Cada vez oigo peor.

Es una queja frecuente. Desde siempre en las personas mayores.

Actualmente también en muchos jóvenes. Quizás por la exposición a música a excesivo volumen a la que, por unas u otras razones, se exponen muchos de ellos.
El hecho es que en ocasiones, después de la primera adaptación de audífonos, con satisfacción del paciente durante un tiempo, al cabo de los años el usuario de los audífonos observa que ya no oye igual de bien, que no entiende las conversaciones, que el ruido le resulta más molesto, y acude pensando que es un problema de los audífonos.
En realidad, muchas veces, resulta que el paciente ha perdido audición, incluso también capacidad de comprensión, y que los audífonos que lleva ya no son capaces de amplificar suficientemente.
En muchas ocasiones con cambiar el modelo de los audífonos, adaptando unos más potentes, la solución será sencilla.
En otras ocasiones, la sordera habrá avanzado tanto que ya no será factible lograr una adaptación satisfactoria con unos audífonos convencionales.
Quizás ha llegado el momento de valorar otras opciones, como los sistemas cros, los implantes de conducción ósea u oído medio, o los implantes cocleares.
Lo importante es no quedarse aislado, no dejar que uno o los dos oídos no reciban información auditiva durante mucho tiempo. En ese caso la solución posterior será más dificultosa.