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Los acúfenos o tinnitus consisten en la percepción de ruidos sin que haya una fuente de sonido exterior identificable. De hecho, se considera una prueba de este tipo de afección la persistencia del sonido sin que haya actividad en la cóclea, que es el mecanismo de percepción de sonidos llegados del exterior. Esta afección puede llegar a provocar:
● Episodios de insomnio
● Estrés
● Cambios de humor
● Cuadros de ansiedad o depresión, debido a la molestia que se desprende de la percepción de un sonido persistente en el interior del oído.
Una de las complicaciones más habituales es que los acúfenos provoquen dificultades para conciliar el sueño y, por ello, para descansar, que pueden acabar aumentando la irritabilidad del paciente e influyendo en su capacidad de concentración para realizar actividades de la vida cotidiana. Por ello, esta afección puede llegar a provocar un impacto importante en el bienestar del paciente, según la intensidad.
El síntoma más habitual de la aparición de los acúfenos es percepción de un zumbido o un pitido en el oído persistente y continuo.
No se puede perder de vista que, al mismo tiempo, los acúfenos acostumbran a ser síntomas de otras dolencias. Las causas de los tinnitus o acúfenos son múltiples y diversas:
● Pérdida auditiva o hipoacusia.
● Exposición a ruidos fuertes.
● Infecciones en diferentes partes del oído (otitis media u otitis crónica).
● Un tumor en el alguno de los órganos del sistema auditivo.
● Consumo de fármacos ototóxicos.
● Presencia de tapones de cerumen.
En algunos casos, los acúfenos o tinnitus pueden ser la manifestación de enfermedades que no se asocian directamente con el aparato auditivo, como la hipertensión.
El síntoma más habitual de la aparición de los acúfenos es percepción de un zumbido o un pitido en el oído persistente y continuo.
No se puede perder de vista que, al mismo tiempo, los acúfenos acostumbran a ser síntomas de otras dolencias. Las causas de los tinnitus o acúfenos son múltiples y diversas:
● Pérdida auditiva o hipoacusia.
● Exposición a ruidos fuertes.
● Infecciones en diferentes partes del oído (otitis media u otitis crónica).
● Un tumor en el alguno de los órganos del sistema auditivo.
● Consumo de fármacos ototóxicos.
● Presencia de tapones de cerumen.
En algunos casos, los acúfenos o tinnitus pueden ser la manifestación de enfermedades que no se asocian directamente con el aparato auditivo, como la hipertensión.
Habitualmente, el tratamiento de los acúfenos, pasa por el abordaje de las causas en los casos en los que han podido ser identificadas. En las situaciones en las que no llega a darse con el origen, hay tratamientos encaminados a la mitigación que se apoyan, en gran medida, en terapias de habituación que trabajan la adaptación de la persona que experiementa esta afección.
GAES ha desarrollado el protocolo Terapia Integral del Tinnitus, que combina dos enfoques diferentes para ayudar a evitar que la atención del paciente se fije en el zumbido:
● Acciones de entrenamiento
● Soluciones auditivas
Las alergias estacionales pueden tener consecuencias directas en la audición. Lo más habitual es que la irritación de las mucosas que se produce en episodios alérgicos acabe derivando en el taponamiento de los oídos y, por lo tanto, en una pérdida de audición. Sin embargo, estas complicaciones pueden llegar a agravarse y convertirse en otitis. Las alergias son una reacción inmunitaria que se puede desencadenar ante los más diversos productos. Las alergias estacionales o primaverales son algunas de las más habituales y están relacionadas, habitualmente, con la presencia en el aire de partículas de polen de diferentes especies. La reacción es similar a otros episodios convencionales como las alergias al polvo o a los ácaros.
En las manifestaciones más habituales aparece una irritación de las mucosas que se presenta en forma de los siguientes síntomas:
● Estornudos.
● Ojos llorosos.
● Congestión nasal.
● Molestos picores de garganta.
● Y en el aparato auditivo, taponamiento de los oídos y pérdida de audición.
La causa fundamental de los efectos de las alergias en el oído es la conexión entre el aparato auditivo y el respiratorio. La inflamación de mucosas que produce la alergia y que se identifica como un constipado, acaba taponando la trompa de Eustaquio que es la conexión entre los dos sistemas. Este taponamiento provoca una pérdida de audición. Las consecuencias de esta conexión son diversas y pueden dar lugar a diferentes dolencias:
● La acumulación de mucosidad en la garganta y en las fosas nasales pueden derivar en otitis.
● Las inflamaciones de las mucosas pueden afectar a los tímpanos y provocar dolores de oídos.
● Las infecciones, habitualmente otitis media, y las inflamaciones desencadenan pérdida auditiva.
En este caso, para tratar las consecuencias provocadas por las alergias en la audición, es necesario tratar el origen, es decir, la propia alergia. Lo más habitual es que el abordaje de la alergia tenga un tratamiento farmacológico. Lo más complicado suele ser llegar a identificar exactamente el origen de la alergia, es decir, en el caso de las irritaciones provocadas por el polen, llegar a identificar exactamente cuál es la especie cuyo polen causa la reacción es la clave para conseguir el tratamiento más afinado y eficaz. En caso de una correcta identificación, el abordaje farmacológico puede ir acompañado de acciones preventivas. Por otro lado, los síntomas concretos en el aparato auditivo pueden tratarse de manera puntual, lo que significaría atacar, por ejemplo, el exceso de mucosidad a través de mucolíticos, a la vez que se intenta que la situación no se reproduzca haciendo frente a la propia alergia.
La anacusia, también conocida como cofosis, es la pérdida total de la audición. Se trata de una dolencia poco habitual, dado que en la mayor parte de los casos de pérdida auditiva, lo más habitual es que se mantenga alguna percepción, aunque sea residual. Sin embargo, en los casos en los que se presenta, la anacusia o cofosis, puede afectar a un oído o a ambos y puede producirse debido a causas diversas.
Una de las particularidades de esta afección es que provoca dificultades importantes de comunicación y que tiene consecuencias más severas cuando se presenta en niños. Cuando la anacusia se presenta a edades tempranas, la imposibilidad para percibir sonidos puede traducirse en una seria dificultad para el aprendizaje del lenguaje, de manera que es habitual que los niños que tienen anacusia solo puedan emitir sonidos relacionados con el llanto, la risa o algunos gritos no articulados.
La anacusia se presenta como una completa imposibilidad para percibir sonidos, de esta manera se establece una diferencia en los síntomas con la hipoacusia que aparece una pérdida genérica de audición. En este caso, la audición desaparece totalmente.
Las pérdida auditiva relacionada con la anacusia o cofosis puede tener su origen en causas diferentes:
● Causas congénitas. Es uno de los orígenes identificados de esta dolencia y se manifiesta a menudo a través de alguna malformación en el aparato auditivo que tiene una causa genética.
● Un traumatismo, ya sea por un golpe fuerte que provoque daños graves en el aparato auditivo o por la exposición prolongada y continuada a un ruido intenso.
● Una infección, en los casos más graves y sin la debida atención, puede estar en el origen también de una pérdida total de la audición. Consecuencias similares puede tener el tratamientos inadecuado de afecciones como por ejemplo, el síndrome de Ménière.
● El abuso o el mal uso de medicamentos ototóxicos, también puede provocar un deterioro grave del nervio auditivo.
El tratamiento de los casos de anacusia o cofosis depende de sus causas. Estas mismas determinarán si la pérdida auditiva es reversible o no, según las características concretas de la lesión. En la mayor parte de los casos, el tratamiento pasa por el uso de una solución auditiva, que variará según el lugar en el que se encuentren los daños.
● En unos casos, el remedio para la anacusia puede ser un audífono,
● En otros la solución puede ser implantes osteointegrados o cocleares.
● Se pueden combinar con medidas de rehabilitación o de entrenamiento
Además del tipo concreto de lesión que ha producido la anacusia, es importante tener en cuenta si afecta a uno o a los dos oídos, para escoger la solución auditiva más adecuada.
Por otro lado, la incorporación de las medidas de rehabilitación ayuda a mitigar las consecuencias de la pérdida auditiva y la adaptación de la persona que las experimenta. Es importante incluir el seguimiento por parte de los profesionales debido a que el deterioro producido por la edad también puede agravar la situación.
La atresia auris es una enfermedad congénita que hace que el desarrollo del orificio del canal auditivo se interrumpa de manera que acaba produciendo pérdida auditiva. En general, una atresia es una oclusión de un orificio del cuerpo, es decir, la falta de perforación de uno de los orificios habituales. En el caso de la Atresia Auris, la malformación se produce en el conducto auditivo.
El nivel de obstrucción del orificio puede ser total o parcial en este caso, el canal no se ve interrumpido, sino que se estrecha. De todos modos, la malformación provocada por la Atresia Auris genera pérdida auditiva porque la conducción del sonido no se produce de la manera habitual hasta el oído medio y el interno.
El principal síntoma de la Atresia Auris es el desarrollo insuficiente del orificio del canal auditivo que hace que aparezca obstruido. Según los casos, se puede manifestar como:
● La ausencia del pabellón auditivo.
● El desarrollo de una pequeña parte de la oreja.
● El freno al desarrollo se produce en el propio canal auditivo.
La causa de la Atresia Auris es congénita y aunque es más habitual su origen hereditario, también puede producirse por causas adquiridas durante la gestación, ya sea por el consumo de sustancias tóxicas o como consecuencia de algunas enfermedades. Se desarrolla de manera especial en los bebés. Según los estudios, la patología aparece entre una por cada diez mil o una por cada veinte mil personas. Habitualmente, presenta un carácter unilateral, es decir, se produce en un solo oído y afecta más frecuentemente al oído derecho que al izquierdo.
El principal tratamiento de la Atresia Auris es la cirugía. En este sentido, hay dos líneas de intervención quirúrgica y un tratamiento alternativo:
● Una de ellas es la reconstrucción estética, debido a que en muchos casos la malformación consiste en la ausencia del pabellón auditivo.
● La otra línea es la funcional, es decir, solucionar la perdida auditiva que se produce por la obstrucción del canal auditivo.
● Como alternativa a la cirugía, en algunos casos, el tratamiento recurre a un implante auditivo de conducción ósea, que permite solventar la interrupción del canal, para llevar el sonido hasta el oído medio.
Un audífono es un dispositivo electrónico que se coloca dentro del oído o detrás de la oreja y que permite amplificar o conducir algunos sonidos para hacerlos más fácilmente perceptibles a personas que experimentan algún tipo de pérdida de audición.
Los audífonos son los más habituales de las soluciones auditivas que incluyen también otros aparatos colocados de otras maneras para dar respuesta a otro tipo de necesidades auditivas, como ocurre con los implantes osteointegrados o los implantes coclerares, por ejemplo.
Los audífonos permiten una mejora de la calidad de vida de manera relativamente inmediata y sencilla, porque permite a la persona que los usa volver a acceder a la información acústica del mundo que le rodea, incluida la que le aportan el resto de personas. La mejoría se traduce en escuchar más claramente, comunicarse mejor y participar más plenamente en las actividades de la vida diaria.
Los audífonos están compuestos por tres elementos básicos: un micrófono, un amplificador y un altavoz. El micrófono capta los sonidos del entorno, el amplificador los procesa y los adapta y el altavoz los proyecta hacia el interior del oído. Sin embargo, más allá esta estructura básica, los audífonos son dispositivos ampliamente personalizables y que utilizan diferentes tecnologías, precisamente, para responder a las necesidades concretas de cada una de las personas que se puede beneficiar de su uso y que presenta pérdidas de audición o estilos de vida diferentes.
Las tres tipologías de audífonos más extendidas son:
● Retroauriculares (BTE): Transmiten el sonido a través de un pequeño y discreto conducto.
● Intrauriculares (ITE): También se conocen como invisibles porque están diseñados para colocarse directamente en el conducto auditivo y por ello pasan desapercibida.
● Auricular en canal (RIC): Se adapta a diferentes niveles de sensibilidad auditiva y se recomiendan especialmente para las pérdidas auditivas unilaterales.
Cada una de estas modalidades responde a necesidades concretas y permite diferentes niveles de adaptación.
La audición es la capacidad para percibir los sonidos que nos rodean y para interpretarlos. Es una las formas más intensas que los seres humanos tenemos de relacionarnos con nuestro entorno, porque nos ofrece una información muy importante tanto de lo que pasa a nuestro alrededor como de las personas con las que compartimos espacios.
Las ondas sonoras desencadenan una serie de procesos fisiológicos en nuestro oído. En primer lugar, el pabellón auricular, capta esas ondas y las canaliza a través del conducto o canal auditivo hacia el interior del oído. Las ondas llegan al tímpano y hacen vibrar la membrana que transmite el movimiento a la cadena de huesecillos que se encuentran en el oído medio. El martillo que está en contacto con el tímpano es el primero en reaccionar, traslada el movimiento al yunque y este al estribo que provoca la vibración de la ventana oval de la cóclea. Ya en el oído interno, los movimientos de la ventana oval provocan variaciones en el líquido laberíntico, unas fluctuaciones que perciben los filamentos de las células ciliadas. Estas convierten esos impulsos mecánicos en impulsos eléctricos y los canalizan hacia el cerebro a través del nervio coclear, primero, y despúes, del nervio auditivo.
Una vez en el cerebro, esos impulsos desencadenan procesos neurosensoriales e incluso psicológicos para poder interpretar convenientemente la información sonora y generar la reacción correspondiente.
La pérdida de esta fuente de información establece ciertas limitaciones fisiológicas y sociales y por ello es importante cuidar la salud auditiva, para preservar esta capacidad y para poder recuperarla en caso de que se deteriore, a través de tratamientos, entrenamientos o soluciones auditivas tecnológicas.
Una audiometría es una prueba encaminada a determinar el nivel de audición de la persona a la que se le realiza. Este análisis contempla diferentes aspectos y puede esta compuesto por exámenes diversos. La constante es que las audiometrías son pruebas no invasivas.
Para tener un resultado completo del nivel de audición se exploran tres aspectos:
● La intensidad: Es el volumen o la fuerza del sonido que se mide en decibelios.
● El tono: Es la frecuencia del sonido, la velocidad de la vibración de las ondas sonoras que se mide en hercios .
● La comprensión: Es la capacidad para distinguir y entender palabras.
Por este motivo, una audiometría completa consta de tres pasos que se pueden identificar como tres pruebas diferentes.
● Audiometría tonal aérea: Es el estudio más habitual en el que el paciente se coloca en una cabina insonorizada y el especialista utiliza un audiómetro que va enviando pitidos o sonidos puros en diferentes frecuencias y con diferentes intensidades a través de los auriculares que lleva el paciente.
● Audiometría tonal ósea: Tiene una mecánica similar a la de la audiometría tonal aérea pero los estímulos se lanzan a través de unos mecanismos vibratorios que se colocan detrás de la oreja, pegados al hueso mastoideo, para determinar le nivel de conducción óseo de la audición.
● Audimetría verbal: En un escenario parecido, con el paciente, dentro de una cabina insonorizada, lo que cambia es que a través de los auriculares en vez de emitirse sonidos puros, se emiten palabras que deben ser reconocidas.
El conjunto ofrece una valoración clara del nivel de audición y da pistas para posibles diagnósticos, además de ofrecer la información necesaria para saber cuáles son las soluciones auditivas más adecuadas en caso de pérdida de audición.
El barotrauma ótico es una lesión que se produce en el oído medio por un cambio brusco de presión y que se vive como una sensación molesta de taponamiento en los oídos. En condiciones normales, la presión del líquido del oído medio y la del exterior que nos rodea (ya sea de aire o de agua) debería ser la misma, pero hay situaciones en las que puede producir un desajuste, por ejemplo, cuando viajamos en avión, cuando nos sumergimos en el agua a una cierta profundidad o, incluso, desplazándonos por carretera en puertos de montaña con determinadas condiciones.
El síntoma más evidente y reconocible del barotrauma ótico es la sensación de taponamiento de los oídos. Sin embargo, cuando se produce la diferencia de presión barométrica entre el exterior y el oído medio hace que tengamos ciertos síntomas fácilmente identificables como:
● Una sensación de pérdida auditiva momentánea.
● Un taponamiento de los oídos.
● Puede ir acompañada también de un cierto dolor.
Habitualmente, todos estos síntomas desaparecen de manera natural cuando la diferencia de presiones vuelve a equilibrarse, aunque una cierta molestia puede persistir.
La causa fundamental de esta dolencia es la diferencia de presión barométrica o más bien el cambio brusco de estas condiciones. Aunque es cierto que hay personas con una mayor propensión a sufrir estas experiencias de especial sensibilidad y que hay algunas circunstancias que hacen más evidentes los síntomas. Por ejemplo, cuando estamos constipados el reequilibrio entre la presión exterior y la del oído medio es más lenta, de manera que experimentaremos con más intensidad los cambios que puedan producirse.
El barotrauma ótico es difícilmente evitable porque nos resulta complicado influir en las condiciones de la presión exterior, sin embargo, algunos ejercicios pueden ayudarnos a sobrellevar las molestias. Por ejemplo en los momentos de aterrizaje y despegue de un avión, que es el momento en el que se produce el cambio brusco se pueden tomar algunas medidas:
● Bostezar o abrir la boca exageradamente.
● Mascar chicle o chupar un caramelo, o en los casos de bebés, succionar un chupete o un biberón.
● Mantener una hidratación constante, es decir, beber agua de manera constante.
● Taparse la nariz y hacer el ejercicio de intentar expulsar el aire por la nariz, para reequilibrar la presión.
Las células ciliadas se encuentran en el órgano de Corti y se encargan de detectar el sonido en el oído interno. Las células ciliadas se dividen en dos tipos: las internas y las externas, que además de ocupar posiciones diferentes, reaccionan de distinta manera según la intensidad de los sonidos. Estas células recibe su nombre de su propia apariencia, ya que presentan una especie de filamentos (conocido como cilios) que son los mecanismos que permiten captar las vibraciones.
La función que desempeñan las células ciliadas es la conversión de las vibraciones sonoras en impulsos eléctricos para transmitirlas al cerebro, de manera que este pueda llegar a interpretarlas como sonidos.
Los dos tipos distintos de células ciliadas juegan papeles diferentes en la captación del sonido:
● Las células ciliadas externas son las que se encargan de captar la información sonora, de amplificarla y de hacerla más adecuada para su interpretación.
● Las células ciliadas internas cumplen la función de transmitir la información detectada al nervio auditivo. Este es el canal que acaba conduciendo todos esos estímulos sonoros hasta el cerebro para que puedan ser traducidos en sonidos.
El deterioro de las células ciliadas provoca pérdida auditiva, más concretamente hipoacusia neurosensorial o de percepción. El número de estas células que tiene el ser humano es limitado y, de hecho, relativamente escaso. Tenemos alrededor de 3.500 células ciliadas internas y aproximadamente 12.500 externas, pero lo más importante para la salud auditiva es que estas células no se regeneran de manera natural, por lo que cuando una exposición a sonidos intensos las lesiona, la pérdida de audición es irreversible. Precisamente, el mecanismo que permite captar los sonidos es que el que hace vulnerables estas células. Los cilios se mueven para convertir el sonido en impulsos que se transmiten al cerebro. Si el ruido es muy fuerte, el movimiento de los cilios es tan intenso que puede llegar a dañarlos. Este proceso también puede producirse por el envejecimiento que afecta al funcionamiento de los cilios (los filamentos) de esas células. En la actualidad se trabaja en las terapias para la regeneración de las células ciliadas, aunque su deterioro también se trata mediante los implantes cocleares.
La cóclea es una estructura con forma de espiral que se asemeja a la concha de un caracol y que se sitúa en el oído interno, pegada al hueso temporal. Su forma ha hecho que popularmente, durante mucho tiempo, sea conocida como el caracol cuando se nombran las partes del oído. Se trata de una compleja estructura en cuyo interior se encuentra el órgano de Corti, por lo que allí es donde se ubica la función de la audición. Está conectado con el oído medio a través de dos orificios con membranas, la ventana oval y la ventana redonda, que se encargan de la transmisión de los sonidos y del equilibrio de la presión entre las diferentes partes del oído.
Es la parte más relacionada con la audición del oído interno, donde hay otras estructuras que regulan la función del equilibrio. En este caso, la cóclea se encarga de la transmisión de los impulsos sonoros entre el tímpano y el nervio auditivo, en su complejo sistema de tubos llenos de líquidos y limitados por membranas, las vibraciones se convierten en impulsos nerviosos. En esta transformación juegan un papel fundamental las células ciliadas, con sus filamentos, y el órgano de Corti.
Concretamente la mecánica de la transmisión del sonido es la siguiente: Las vibraciones del sonido llegan al oído, hacen vibrar la membrana del tímpano, que comunica estas vibraciones a los tres huesos conocidos como los huesecillos. El último de ellos, el estribo, se conecta con la ventana oval, la puerta de entrada a la cóclea. La vibración de la ventana oval hace que el líquido y los cilios se muevan. Ese movimiento de los cilios hace que las células ciliadas envíen señales al cerebro a través de los nervios y que éste las interprete como un sonido.
Las dolencias vinculadas al oído interno acostumbran a estar asociadas con el equilibrio, que es la otra función, además de la audición, de esta parte del oído. Sin embargo, algunas de las afecciones que se sitúan en el sistema vestibular, el encargado del equilibrio, también acaban afectando a la cóclea y por tanto a la transmisión del sonido, por lo que provocan pérdida auditiva. Algunas de estas enfermedades pueden ser:
● Enfermedad de Ménière
● Trastornos del oído causados por fármacos ototoxicos.
● Laberintitis
● Schwannoma vestibular
● Complicaciones de infecciones en el oído medio.
Las hipoacusias que provocan estas dolencias, habitualmente, se consideran sorderas de percepción o neurosensoriales. Cuando se trata de complicaciones provocadas por afecciones en el oído medio suelen ser hipoacusias conductivas o de transmisión. Habitualmente, el tratamiento de estas lesiones requiere la utilización de implantes osteointegrados que resuelvan, en parte, el funcionamiento insuficiente de la cóclea.
El cerumen es lo que comúnmente se llama la cera de los oídos y es una sustancia grasa y serosa que resulta de la mezcla de las secreciones de diferentes glándulas que se encuentran en el oído externo. Habitualmente tiene un color amarillento, aunque la tonalidad, la cantidad y la consistencia dependen, no solo de cada persona, sino que pueden variar en la misma persona en diferentes momentos. En ocasiones, esas diferencia en la apariencia del cerumen pueden darnos pistas de procesos que se producen dentro del oído, desde tapones o infecciones hasta exceso de humedad o de suciedad.
La función del cerumen es fundamental en la salud auditiva, aunque habitualmente, produzca cierto rechazo. El papel que juega esa sustancia es diverso:
● Hidrata y lubrica el oído.
● Impide que la humedad o el agua generen irritación.
● Atrapa polvo u otras partículas y evita que lleguen a lugares del oído donde podrían provocar problemas.
● Tiene una función limpiadora al arrastrar todos esos elementos extraño hacia el exterior del oído.
● Protege frente a la acción de bacterias y otros microorganismos.
El principal problema asociado al cerumen es la aparición de tapones. En contra de lo que a veces se piensa no es una dolencia asociada a la falta de higiene, de hecho, puede estar provocada por hábitos de limpieza poco convenientes. Por ejemplo, el uso de bastoncillos pueden empujar el cerumen hacia el interior, apelmazarlo y provocar el tapón. En todo caso, se trata de un obstrucción producida por la acumulación de la cera que no ha podido expulsarse (también puede deberse al exceso de partículas de polvo o de restos de piel). Uno de los consejos más extendidos es que, teniendo en cuenta que es una sustancia útil, solo se retire la que llega a la parte exterior del conducto auditivo, sin hurgar en el oído.
Una serie de indicios nos pueden alertar sobre su presencia:
● La sensación de taponamiento.
● El picor.
● Un ligero dolor o molestia.
● Una pequeña pérdida de audición.
En ese caso, es conveniente acudir a un especialista, porque algunas de las prácticas caseras para eliminar los tapones pueden llegar a agravar el problema. En general, los profesionales pueden ayudar a diluirlos o incluso extraerlos en caso de necesidad sin demasiadas complicaciones.
El citomegalovirus es un virus que en la mayor parte de los casos no provoca síntomas en las personas infectadas. La transmisión se produce a través de los fluidos corporales y, debido a que la mayor parte de las personas contagiadas no tienen ninguna manifestación, es difícil de detectar. Este virus, emparentado con los que provocan la varicela, los herpes comunes o la mononucleosis, permanece inactivo en la mayor parte de los casos, pero puede generar complicaciones a personas con el sistema inmunitario debilitado o en caso de contagio durante el embarazo o el parto.
En esta última situación es cuando la infección del citomegalovirus puede provocar pérdida auditiva. En caso de contagio de la madre, la transmisión al bebé puede producirse:
● Durante la gestación.
● Durante el parto.
● En los primeros momentos a través de la leche materna.
La posibilidad de contagio durante el embarazo se incrementa cuando la madre se ha contagiado precisamente en ese momento.
La causa de la infección por citomegalovirus es el contagio de este virus. En la mayor parte de los casos, los portadores del virus no desarrollan ningún tipo de síntoma, lo que dificulta su identificación. El contagio se produce a través de los fluidos corporales. Una de las situaciones de mayor vulnerabilidad es el contagio de una mujer embarazada, ya que en ese momento la transmisión al feto de la enfermedad sí que puede acabar derivando en un síntoma muy concreto: la pérdida de audición del bebé. Por ese motivo se recomienda una especial vigilancia durante la gestación y advertir inmediatamente al personal médico si una mujer embarazada sufre una enfermedad que puede identificarse como la mononucleosis.
La infección por citomegalovirus no tiene cura, no hay un tratamiento específico contra el mencionado virus, de manera que la única posibilidad de atacar la enfermedad es atacar los síntomas. No se puede perder de vista que la afectación más destacable en el caso de los bebés contagiados durante la gestación o el parto es la pérdida de audición y que puede ser que los niños no presenten ningún otro signo que haga sospechar que padecen esta enfermedad. Estas circunstancias pueden dificultar el aprendizaje del lenguaje, por lo que es muy importante que la afectación se identifique a tiempo.
La cofosis recibe también el nombre de anacusia y se trata de la pérdida total de la audición. Según los casos la cofosis o anacusia puede ser unilateral o bilateral lo que implica que afecta a un oído o a ambos.
La complicaciones que la cofosis o anacusia provoca en la comunicación se manifiestan de una manera más grave cuando la dolencia es de nacimiento o aparece a edades tempranas. En estos casos, los niños presentan dificultades en el aprendizaje del lenguaje debido a la imposibilidad de percibir sonidos y, en ocasiones, los afectados solo pueden emitir sonidos relacionados con el llanto, la risa o algunos gritos no articulados.
La cofosis se presenta con un síntoma inconfundible: una completa imposibilidad para percibir sonidos. Esto hace que se trate de una dolencia poco habitual, ya que en la mayoría de los casos de hipoacusia, incluso en los más severos, normalmente se mantiene, al menos, una percepción residual del sonido. Los orígenes que pueden desencadenar una cofosis son variados y diversos, pero la diferencia con cualquier otra dolencia que genere pérdida auditiva es que, en este caso, la imposibilidad para oír es total.
Las causas que conducen a la cofosis o anacusia son variadas:
● Puede aparecer como una enfermedad hereditaria. En los casos de causas congénitas, a menudo, puede manifestarse en diferentes etapas a través de alguna malformación en el aparato auditivo, ya sea en la cadena de huesecillos o en el canal auditivo.
● El tratamientos inadecuado de diversas afecciones también puede degenerar en cofosis, ocurre por ejemplo, en los casos más graves o con complicaciones extraordinarias de diferentes cuadros de infecciones o del síndrome de Ménière.
● La exposición prolongada o continuada a un ruido intenso o un traumatismo craneoencefálico severo también es una de las causas identificadas de esta pérdida total de audición.
● Los medicamentos ototóxicos, pueden provocar igualmente un deterioro grave del nervio auditivo, ya sea por un abuso o por un uso inadecuado.
La cofosis o anacusia no tiene por que ser, necesariamente, irreversible, aunque las causas de la dolencia son las que determinan el tratamiento más adecuado. De manera que las características concretas de la lesión marcan la posibilidad o no de revertirla. En todo caso, el tratamiento más habitual pasa por el uso de una solución auditiva:
● Un audífono.
● Un implante osteointegrado o un implante coclear según el lugar en el que se encuentren los daños.
La afectación unilateral o bilateral, es decir, si afecta a uno o a los dos oídos, también condiciona el tipo de solución auditiva más adecuada.
Los tratamientos se completan a menudo con ejercicios de habituación o entrenamiento y con medidas de rehabilitación. Finalmente, es necesario tener en cuenta que la edad puede ser uno de los factores de deterioro del aparato auditivo, de manera que se hace imprescindible el seguimiento por parte de profesionales.
El colesteatoma es un quiste de materia cutánea que se desarrolla en el oído medio y que puede tener diversos efectos negativos:
● La pérdida de audición.
● Una afectación del equilibrio.
● Problemas en la movilidad de algunos de los músculos faciales.
Se trata de una formación tumoral benigna que se desarrolla como complicación de una infección crónica. Como consecuencia de esta infección algunas células del oído externo pasan al oído medio, en algunos casos debido a la perforación del tímpano y estos se enquistan, aumentan la presión en la zona y van produciendo los síntomas más evidentes que se van agravando si no se produce un tratamiento adecuado.
La falta de atención puede propiciar que el quiste continúe creciendo e incluso llegue a producir otras consecuencias más graves:
● Lesiones severas en los huesecillos.
● Laberintitis.
● Perdida auditiva total.
El colesteatoma se manifiesta comúnmente a través de los siguientes síntomas:
● Una pérdida auditiva progresiva en un único oído.
● Mareos.
● Secreciones de líquido.
● Dolores persistentes en el oído.
El colesteatoma se produce habitualmente como la complicación de una infección crónica en el oído medio, que puede ir acompañada o no de una perforación del tímpano. Más allá de la causa única, es importante prestar atención a los síntomas para intentar identificar la afección.
Según en el estadio de la enfermedad los tratamientos que se aplican son:
● Antibióticos.
● Cirugía reconstructiva.
● Soluciones auditivas.
En un primer momento, el colesteatoma puede tratarse mediante antibióticos administrados de diferentes maneras, según las condiciones concretas, con el objetivo de neutralizar lo antes posible la infección que ha estado en el origen de la afección. Una vez combatida la infección se puede esperar que la formación quística se reabsorba si no ha aumentado sus dimensiones.
Sin embargo, cuando el quiste ha aumentado de tamaño lo suficiente para dañar la cadena de huesecillos u otras estructuras cercanas puede que no haya más remedio que recurrir a la cirugía para reconstruir la lesión. En caso de recuperación de estos daños, la pérdida auditiva puede revertirse.
Sin contar con el pabellón auditivo, es decir, la oreja, el conducto auditivo externo es la parte más superficial del oído y la primera de las que no se ven a simple vista. Formalmente se considera el conducto auditivo externo al canal que va desde el pabellón auditivo hasta el tímpano y que se encarga de trasladar el sonido recogido por la oreja hasta los órganos que los interpretarán y lo transmitirán al cerebro.
El conducto auditivo externo es el encargado, propiamente, de introducir el sonido en el sistema auditivo. De hecho se trata de la vía por la que las ondas sonoras se encaminan hacia los órganos que permitirán después su transmisión al cerebro.
Aunque parezca que su función es una de las menos complejas, su forma demuestra que está diseñado para conseguir la mejor recepción y transmisión posible.
● En primer lugar, si las ondas sonoras llegasen directamente al tímpano habría mucha información que no podría ser interpretada, el hecho de que la primera recepción se realice en el pabellón auditivo y se canalice a través del conducto auditivo externo permite la interpretación de una gama más amplia de estímulos.
● Por otro lado este pequeño pasillo tiene forma de “S” colocada horizontalmente, de manera que dibuja curvas que no son impedimentos para la conducción del sonido, pero sí que sirven de protección para la membrana del tímpano que es más delicada
Las complicaciones que se detectan en torno al conductor auditivo externo de manera más habitual son cuatro:
● Tapones de cerumen. Las glándulas que segregan las sustancias que forman la cera se sitúan en esta parte del oído, y es donde se produce las obstrucciones cuando el cerumen no se expulsa de manera natural.
● Exostosis de conducto auditivo. Son formaciones quísticas óseas que provocan el estrechamiento del canal auditivo y que pueden hacer que se pierda audición. Son lo que se conoce como oído de surfista, porque se relacionan habitualmente con el contacto prolongado con el agua fría. Habitualmente son asintomáticas, pero en caso de generar complicaciones pueden requerir tratamiento quirúrgico.
● Otitis externas. Algunas de las infecciones de oídos, pueden producirse en esta parte más superficial del oído.
● Atresia del canal auditivo. Es la ausencia parcial o total de desarrollo del conducto auditivo que impide la conducción del sonido aunque el oído interno se encuentre en perfectas condiciones.
Los conductos o canales semicirculares son tres estructuras con forma de tubo curvado que se sitúan en el oído interno. Los conductos semicirculares forman parte del sistema vestibular y, por tanto, intervienen en la función del equilibrio. Los tres canales son construcciones óseas que, al mismo tiempo, tienen en su interior formaciones membranosas. Los conductos están llenos de fluidos y formados por células ciliadas, para poder recoger y transmitir la información relacionada con la posición y el movimiento.
Los conductos semicirculares son una parte crucial del sistema vestibular y, por ello, juegan un papel fundamental en la regulación de la función del equilibrio. En este caso, los conductos semicirculares se encargan del equilibrio cuando el cuerpo se encuentra en movimiento, mientras que otros órganos del mismo sistema (el urtículo y el sáculo) lo hacen cuando el cuerpo está en reposo.
El fluido que se encuentra dentro de los tres conductos transmite información sobre la ubicación espacial que recogen los filamentos de las células ciliadas que también hay en el interior. Éstas convierten esa información en impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro. Cada uno de los tres conductos, debido a su forma y a su ubicación, transmiten una información diferente en relación con los planos del movimiento, por lo que a través de su interpretación el cerebro acaba dibujando la posición total del cuerpo y su movimiento, para regular la función del equilibrio.
Además de posibles malformaciones o de las consecuencias de traumatismos hay algunas enfermedades asociadas a los conductos semicirculares. Algunas de las más comunes son:
● El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB). En este caso, las partículas de calcio desprendidas se alojan en los canales semicirculares y provocan una disfunción en la regulación del equilibrio.
● Degradación de las células ciliadas. Las células ciliadas pueden deteriorarse por el paso del tiempo o por otros procesos de degeneración. El insuficiente funcionamiento de sus cilios, provoca problemas en la función del equilibrio.
● Síndrome de Ménière. Habitualmente se atribuye al exceso de líquido en oído interno, por eso las dos funciones principales de esta parte del sistema auditivo se ven afectadas, tanto la audición como el equilibrio. El exceso de líquido produce interferencias en la interpretación de la información espacial que ofrece el sistema vestibular y los conductos semicirculares.
● Laberintitis. El funcionamiento deficiente que provoca en el oído interno esta enfermedad, puede generar también problemas en la regulación de la función del equilibrio.
El decibelio es la unidad de medida de la intensidad del sonido más aceptada. En realidad la unidad básica correspondiente sería el belio (que recibe su nombre en homenaje a Graham Bell), pero el uso habitual en diferentes ámbitos ha hecho que con el tiempo se imponga el decibelio (que es una décima parte de un belio) como medida básica. Se representa con el signo dB y hay que tener en cuenta que no es un valor unitario, sino que expresa la relación entre dos valores de presión sonora. Por ello no se considera una unidad de medida. En todo caso, sirve para determinar los umbrales sonoros adecuados, más allá de que se utilice en diferentes ámbitos.
Sin embargo, esa intensidad no es la única cualidad a tener en cuenta en relación con el efecto de un sonido en nuestro sistema auditivo. El tiempo de exposición determina también el alcance de las posibles lesiones para nuestros oídos.
El umbral de audición se sitúa entre los 0 y los 25 dB como sonidos más bajos que podemos escuchar y los 100 dB como sonidos a los que no deberíamos tener una exposición prolongada. A pesar de que los 0 dB marcan el comienzo de los sonidos audibles, es cierto, que según las personas e incluso a lo largo de la vida, este límite puede alzarse hasta los 25 dB sin que se considere preocupante.
Una escala de sonidos habituales podría ser más o menos la siguiente:
● 0 dB: Umbral de audición.
● 10 dB: Respiración tranquila.
● 20 dB: Susurro.
● 40 dB: Conversación normal.
● 50-60 dB: Ambiente ruidoso.
● 80 dB: Paso de un tren.
● 90 dB: Tráfico constante.
● 110 dB: Concierto.
● 130 dB: Despegue de un avión.
● 140 dB: Umbral del dolor.
● 180 dB: Despegue de un cohete.
Más allá de los ruidos ensordecedores, la exposición prolongada a sonidos de alta intensidad también puede provocar lesiones en nuestro aparato auditivo, sobre todo, a través de una pérdida progresiva de audición.
La endolinfa y la perilinfa son lo que se conocen como líquidos laberínticos porque bañan esta parte del oído interno. Ambos fluidos están presentes en los diferentes canales de la cóclea y del laberinto jugando un papel muy importante tanto en la audición como en la regulación del equilibrio. Se distinguen dos tipos de perilinfa, según su presencia en dos zonas distintas de la cóclea la rampa vestibular y la rampa timpánica, con composiciones similares, curiosamente, su origen es distinto. Por otro lado, la endolinfa es un fluido generado a partir de la perilinfa y que se encuentra en el laberinto membranoso, tanto en los canales semicirculares, como en el utrículo y el sáculo, además de la cóclea. Su cantidad se regula a través de su absorción en el saco endolinfático.
Tanto la endolinfa como la perilinfa cumplen con una función irremplazable en oído interno y son fundamentales en la audición y en el equilibrio porque son los fluidos en los que las células ciliadas sumergen sus filamentos para recoger la información necesaria, tanto de los estímulos sonoros, como de la posición y el movimiento del cuerpo.
A estos líquidos laberínticos se les atribuye el desempeño un doble papel:
● Tienen gran responsabilidad en la activación de las células ciliadas cocleares y vestibulares debido a que son el canal de transmisión de la señal mecánica.
● Intervienen en la transformación de esta señal en un mensaje nervioso al desencadenar procesos moleculares entre los líquidos y las propias células ciliadas.
Las enfermedades que se pueden relacionar con la endolinfa y la perilinfa son aquellas dolencias del oído interno que se asocian los líquidos laberínticos. Se trata fundamentalmente de:
● El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB). No están provocados directamente con algún desarreglo en los propios líquidos, pero sí que la presencia de partículas de calcio desprendidas hacen que la transmisión de la información se vea alterada debido a una modificación en el comportamiento de los fluidos y la interpretación de las células ciliadas.
● Síndrome de Ménière. Se considera que su causa es el el exceso de líquido en oído interno, por un fallo desconocido en la regulación de su cantidad. Este exceso de líquido altera la interpretación de los estímulos mecánicos, tanto los relacionados con los impulsos sonoros como los vinculados a la posición y el movimiento, por lo que afecta a la audición y al equilibrio.
● Laberintitis. Es otra dolencia que se relaciona con la disfunción de la relación entre los fluidos y las células ciliadas y que también afecta al equilibrio y a la audición.
La Enfermedad Autoinmune del Oído Interno también se conoce como AIED, por sus siglas en inglés ((Autoimmune Inner Ear Disease). Se trata de una enfermedad autoinmune, es decir, provocada por una incorrecta respuesta del sistema inmunitario. En este caso, las defensas del cuerpo atacan a las células del oído interno al confundirlas con una infección externa, como si fuesen virus o bacterias.
Esta reacción del sistema inmunitario impide que los órganos del oído interno puedan cumplir correctamente su función de transmitir los estímulos sonoros al cerebro, de manera que se produce una pérdida auditiva. De la misma manera, afecta a la regulación del equilibrio, una función también propia del oído interno.
Los principales síntomas de la Enfermedad Autoinmune del Oído Interno o AIED son:
● Una perdida auditiva progresiva pero rápida en un oído, en un primer momento, que se traslada al segundo en un plazo reducido de tiempo.
● Problemas de equilibrio que se manifiestan como vértigos o como mareos.
● Zumbidos o pitidos en el oído que generalmente se identifican como tinnitus o acúfenos.
● En ocasiones estos síntomas aparecen acompañados por una sensación de taponamiento del oído.
La rapidez de la progresión de la pérdida de audición y el traslado de la hipoacusia al segundo oído suelen ser algunos de los indicios que llevan a pensar en una posible Enfermedad Autoinmune del Oído Interno, ya que, habitualmente, el diagnóstico es complicado. No en vano se trata de una enfermedad considerada rara.
El abordaje más habitual de la Enfermedad Autoinmune del Oído Interno o AIED, consiste en la prescripción de tratamientos farmacológicos conocidos como inmunosupresores, a base de esteroides, corticoides o medicamentos propios de la quimioterapia. Estos tratamientos han demostrado su efectividad, pero es necesaria una administración prudente, porque los efectos secundarios suponen abrir la puerta a infecciones oportunistas, debido a la neutralización del sistema inmunitario.
Por otro lado, la pérdida auditiva se solventa a través de la adopción de soluciones auditivas. En un primer momento, habitualmente, se opta por audífonos, aunque si no hay una respuesta al tratamiento farmacológico y persiste la pérdida de audición, la mejor opción puede ser un implante coclear.
Es uno de los tres huesos de la cadena conocida como huesecillos que intervienen en la transmisión del sonido. Se trata de una pequeña formación ósea, tanto que es el hueso más pequeño del cuerpo, con un tamaño de menos de 3 milímetros, que se encuentra en el oído medio y que recibe su nombre de la forma que presenta, muy parecido al estribo de una silla de montar. También conocido como estapedio, concretamente es el último elemento de esa cadena de huesecillos, en el sentido de la transmisión del sonido. Está conectado, por un lado, con el yunque y, por el otro, con la ventana oval que da acceso a la cóclea.
El estribo es una pieza clave en la transmisión de la información sonora a través de una secuencia de conexiones de huesos y membranas. La vibración del tímpano ante las ondas sonoras, se transmite al martillo, de este al yunque y de ahí al estribo que están en contacto con la membrana de ventana oval, esta vibración mueve el fluido de la cóclea para transmitir la información por el oído interno hasta el nervio auditivo que conduce los impulsos al cerebro. Se trata de una reacción en cadena que va contagiando de una pieza a otra los impulsos mecánicos que vehiculan el sonido.
El diseño de todos estos mecanismos está orientado a conducir la información de la mejor forma posible y, al mismo tiempo, proteger todos los órganos. El estribo, por ejemplo, se encuentra en protegido dentro de la cavidad timpánica por el tímpano; al mismo tiempo, su forma y sus conexiones amplifica los estímulos sonoros.
A pesar de que las conexiones entre la cadena de huesecillos son extremadamente precisas y delicadas, las enfermedades que se relacionan con esa estructura son muy concretas:
● Un traumatismo fuerte en la cabeza o en la zona del oído. No es fácil que provoque la fractura de los huesecillos, pero sí que puede generan una dislocación de los contactos entre los tres huesos que dificulte la transmisión de las vibraciones.
● Otosclerosis. Un crecimiento anormal del hueso en el oído medio puede bloquear los movimientos de los huesecillos e inmovilizarlos impidiendo la vibración y, por tanto, la transmisión de los impulsos sonoros.
● Colesteatoma. Es un quiste que se produce en el oído medio. Si llega a un nivel concreto de crecimiento puede ejercer presión sobre la cadena de huesecillos y desplazarlos o incluso provocar alguna fractura.
● Otitis media. Los procesos infecciosos en el oído medio, pueden también provocar una acumulación de pus y secreciones que cause lesiones en la cadena de huesecillos.
La exostosis se conoce comúnmente como oído de surfista, porque las investigaciones han establecido una relación entre el desarrollo de la enfermedad y la práctica continuada de actividades acuáticas, sobre todo, en aguas frías. En la práctica se trata de un crecimiento anormal en el canal óseo del conducto auditivo que tiende a cerrarlo, de manera que provoca que después de salir del agua, el líquido no se evacue completamente. Una parte puede quedar en el conducto auditivo y se convierte en un foco de bacterias que hacen que el paciente sufra con frecuencia infecciones en los oídos.
El algunos casos especialmente graves, el cierre del canal auditivo por el crecimiento del hueso puede provocar pérdida auditiva al dificultar el paso habitual del sonido.
En la mayor parte de los casos esta afección no presenta síntomas concretos, pero en algunos casos, sobre todo, cuando continúa el contacto con el agua, la irregularidad ósea puede ser el origen de otitis recurrentes, así como de una exceso de secreción de cerumen. Estas circunstancias, sumadas al propio estrechamiento del canal auditivo puede provocar pérdida de audición.
La causa de la exostosis es un crecimiento anormal del hueso del canal auditivo. El motivo de esta irregularidad parece relacionado con las actividades acuáticas. Algunos estudios han descubierto una mayor frecuencia de la enfermedad en el caso de los surfistas, así como en personas que practican submarinismo o natación. Aparentemente es una reacción corporal al contacto contacto continuado del aparato auditivo con el agua, sobre todo, con el agua fría.
Los tratamientos utilizados para enfrentarse al oído de surfista son:
● La limpieza del conducto auditivo.
● El tratamiento de las infecciones con antibióticos.
● La cirugía.
En los casos más frecuentes, el tratamiento consiste en una limpieza profunda del conducto auditivo que ayuda a eliminar el cerumen y a evitar la acumulación de bacterias. De esta manera, se revierte en parte la pérdida de audición en la mayor parte de los casos. En las situaciones en las que este afección ha provocado otitis externas, es necesario, igualmente, tratar las infecciones con normalidad a base de antibióticos. Cuando la oclusión del canal auditivo es más pronunciada puede llegar a ser necesaria una intervención quirúrgica que ponga solución al estrechamiento producido por el crecimiento del hueso.
La fonofobia no es exactamente una afección del aparato auditivo, sino que tiene un componente psicológico o de comportamiento. Se trata de un miedo irracional a los ruidos fuertes o repentinos, de manera que no se produce por un funcionamiento incorrecto de sistema auditivo.
No se debe confundir la fonofobia con el sobresalto que produce, de manera habitual, un sonido a volumen elevado o que aparece de manera inesperada, como una bocina, por ejemplo; o con una especial sensibilidad a los sonidos (hiperacusia). En este caso, las personas que padecen fonofobia, viven con temor la posibilidad de que se produzcan esos sonidos que les generan el pánico, por eso se trata de una fobia. De esta manera, los pacientes pueden proyectar el miedo, en las fuentes habituales de sonidos fuertes o repentinos, desde megafonías, hasta atascos, pasando por alarmas o altavoces, esos miedos, pueden condicionar el comportamiento y la forma de vida de los pacientes.
La fonofobia se manifiesta como la mayor parte de las fobias a través de reacciones psicológicas y comportamentales que se aproximan a los episodios de ansiedad. Algunos de los síntomas más recurrentes pueden ser:
● Ataques de pánico.
● Sudoración.
● Sensación de necesidad de huir.
● Cambios de humor debidos al miedo irracional.
● Aumento del ritmo cardiaco.
● Mareos y nauseas ligadas a la hiperventilación.
La fonofobia no tiene una cura concreta, pero algunos pacientes reaccionan positivamente a diversas terapias que se aplican como tratamiento de los síntomas. Las posibilidades de estas terapias son diversas y según los casos se utilizan:
● Terapias de exposición, que ayudan a habituarse a los sonidos que desencadenan la fobia;
● Terapias conductuales, destinadas a combatir o contrarrestar los episodios de pánico.
● Paralelamente hay situaciones en las que la fonofobia, como otras dolencias similares, pueden tratarse a través de fármacos con el correspondiente seguimiento médico.
Técnicamente la frecuencia de un sonido es el número de ciclos de una onda sonora en un segundo, es decir, la longitud de onda de un sonido. Traducido al lenguaje coloquial las frecuencias altas se corresponden con sonidos agudos, es decir, un chillido o un silbido; mientras que los sonidos graves son sonidos de bajas frecuencias, como el ruido de un bombo o de un trueno. Esta característica del sonido se conoce también como tono y se mide en hercios (Hz). Es uno de los elementos, junto a la intensidad o volumen, que se deben tener en cuenta para determinar el nivel de audición de una persona.
En todo caso el umbral de audición humano en términos de frecuencia se sitúa entre los 20 Hz y los 20.000 Hz. Por debajo de los 20 Hz se habla de infrasonidos inaudibles para un ser humano pero perceptibles por animales como los topos o los elefantes. De la misma manera, los sonidos por encima de los 20.000 Hz se consideran ultrasonidos y no son percibidos por el oído humano, pero sí que los detectan los de los perros y los gatos y en frecuencias todavía más altas, por encima de los 40.000 solo son audibles para otros animales como murciélagos o delfines.
El glomus yugular o timpánico es un tumor vascular, es decir, que se produce en los vasos sanguíneos, de carácter benigno. Esta formación tumoral tiene relación con un tipo de células que se encuentran en el entorno del oído medio y en una zona próxima sobre la vena yugular. Por este motivo, se presenta de dos maneras diferentes que no tienen ni las mismas consecuencias, ni los mismos tratamientos.
● En el primer caso, el glomus timpánico tiene un impacto más superficial, aunque sus consecuencias más habituales son la pérdida auditiva, los acúfenos o incluso parálisis faciales.
● Las repercusiones del glomus yugular son potencialmente más graves. El crecimiento anormal de esta formación tumoral puede ejercer presión sobre zonas extremadamente sensibles y con una gran actividad nerviosa. Por ello, habitualmente, el glomus yugular puede comprometer los nervios, facial, auditivo, vestibular, glosofaríngeo, vago o espinal.
El glomus yugular o timpánico es una afección que demuestra la importancia de prestar atención a los pequeños síntomas. En este caso, por ejemplo, unos acúfenos o ruidos en el interior del oído pueden estar siendo la voz de alerta para detectar a tiempo la lesión, antes de que las consecuencias sean más graves. Los síntomas más habituales son:
● Ruidos en el oído, como acúfenos o tinitus.
● Pérdida de audición progresiva.
● Sangrado.
● Dolor de oído.
En los casos en los que el tumor crece y afecta a otros nervios situados en la base del cráneo, los síntomas pueden ser diferentes por la afectación de las funciones que controlan estos nervios.
El glomus yugular o timpánico se trata con cirugía, pero los escenarios son diferentes cuando se trata de un glomus yugular o de uno timpánico. En el caso del timpánico, la eliminación resulta más sencilla, por las implicaciones de la zona en la que se produce y porque habitualmente es más pequeño. Sin embargo, la cirugía del glomus yugular se agrava por la complejidad de la zona en la que aparece y por la alta densidad de nervios a los que puede afectar.
El hidrops o hidropesia endolinfática es una enfermedad que afecta al sistema vestibular del oído interno, el que controla, entre otras funciones, el equilibrio. Se trata de una afección por la que se genera una excesiva producción de líquido en el oído interno que hace que este líquido se desplace a lugares que no le son propios y cubra por ejemplo estructuras con funciones relacionadas con la audición. Este exceso de líquido provoca problemas auditivos pero también afecta de manera considerable al equilibrio. Tiene una estrecha relación con la que se conoce como enfermedad de Ménière.
Los principales síntomas de la hidropesía endolinfática o hidrops son los problemas vinculados con el equilibrio, ya sea en forma de vértigos o de mareos. En algunas ocasiones, también se manifiesta con dificultades en la audición.
El origen de esta disfunción del sistema vestibular es diverso. El exceso de producción de fluido endolinfático que genera el hidrops puede estar causado por:
● Un traumatismo fuerte.
● Complicaciones derivadas de alergias.
● Un proceso de deterioro del oído interno.
No hay un tratamiento para controlar la cantidad de producción del líquido endolinfático, por lo que el tratamiento de esta afección, pasa por controlar las consecuencias. Fundamentalmente, los tratamientos intentar evitar las situaciones en las que se pueden intensificar las pérdidas de equilibrio y minimizar su impacto en la vida de los pacientes.
La hiperacusia es un síndrome muy difícil de diagnosticar. No se debe confundir con la fonofobia.
Esta enfermedad, conocida también como algiacusia, tiene un impacto considerable sobre la vida de los pacientes, debido a que provoca hipersensibilidad a los sonidos. A menudo los sonidos que resultan insoportables son sonidos cotidianos y, en ocasiones prácticamente imperceptibles para el resto de las personas, de manera que resulta difícil pasar el día a día, tanto desde el punto de vista de su trabajo como de sus relaciones sociales, por lo que puede dar lugar a cuadros de aislamiento.
Se trata de una enfermedad cuyo principal síntoma es la hipersensibilidad a los sonidos. Además, hay otros síntomas que dan pistas sobre la hiperacusia y que pueden ayudar a diagnosticarla correctamente.
Puede aparecer, por ejemplo, acompañada de los siguientes episodios:
● Dolor de oídos.
● Acúfenos.
● Sensación de cuerpos extraños en el oído.
● Mareos o vértigos cuando se producen los sonidos molestos.
La diferencia más evidente entre la hiperacusia y la fonofobia, es que en el caso de esta última, el miedo irrefrenable se produce ante la posibilidad de que se produzcan los sonidos que generan las situaciones de el pánico, mientras que en la hiperacusia los sonidos se perciben con extremada intensidad, hasta el punto de que su escucha produce dolor.
Las causas de la hiperacusia no han sido del todo identificadas, aunque las investigaciones apuntan diferentes posibilidades en el origen de esta afección, como las siguientes, entre otras:
● Un traumatismo craneoencefálico.
● Las complicaciones de diferentes enfermedades como la de Lyme, Ménière o el síndrome de Williams.
● La exposición prolongada a sonidos fuertes o a ruidos inesperados muy elevados.
● Los acúfenos.
El tratamiento de la hiperacusia se puede enfocar de diferentes maneras que no son incompatibles:
● En ocasiones se prescriben fármacos antiinflamatorios esteroides, como complemento de los tratamientos mediante terapias.
● En este caso, las terapias más habituales son diferentes fórmulas de exposición, como la terapia de ruido de banda ancha, que va encaminada a reorientar la tolerancia al sonido del paciente.
● Por este motivo, también se usan, en ocasiones, las técnicas de reentrenamiento que se emplean en los casos de acúfenos, que lo que intentan es distraer la atención del ruido constante para hacerlo más tolerable.
La hipoacusia de percepción o neurosensorial es una de las modalidades de reducción de la audición que, de manera general, se conocen como hipoacusia. En este caso, la lesión que la provoca se sitúa en el nervio auditivo o en el oído interno y por eso se habla de ella como hipoacusia neurosensorial.
Esta reducción de la capacidad de escucha puede afectar a un solo oído y ser unilateral o a los dos, en cuyo caso nos encontramos frente a una hipoacusia de percepción bilateral.
El principal síntoma de la hipoacusia de percepción o neurosensorial es la pérdida auditiva, aunque el nivel de esta pérdida puede variar según los casos y las condiciones de los pacientes.
Las causas de la hipoacusia pueden ser congénitas o adquiridas, de hecho se atribuye un considerable porcentaje de los casos al deterioro de las células ciliadas del nervio auditivo, pero este deterioro puede presentarse al nacimiento, es decir, puede tener un origen congénito o puede estar causado por otros factores más allá del paso del tiempo como por ejemplo:
● Traumatismos.
● Exposición prolongada a sonidos fuertes.
● Algunas enfermedades como la meningitis o el síndrome de Ménière.
● O el uso de medicamentos ototóxicos.
En el caso de la hipoacusia neurosensorial la conducción del sonido se interrumpe en el oído interno, de manera que la respuesta a tratamientos mediante soluciones auditivas es habitualmente satisfactoria. Según las circunstancias concretas que pueden valorar los profesionales, la mejor opción puede ser:
● Un audífono.
● Un implante osteointegrado.
En todo caso, algunas de las causas identificadas son claramente evitables, de manera que es importante fijarse en la prevención para minimizar las posibilidades y el alcance de la pérdida auditiva. En este caso, las medidas preventivas más evidentes pueden centrarse en evitar la exposición a sonidos fuertes. Una forma de protección que adquiere mayor importancia en los entornos laborales en los que los y las trabajadoras son más vulnerables a este tipo de ruidos.
La hipoacusia infantil es la insuficiente capacidad de percibir sonidos por parte de los niños y puede manifestarse de maneras diversas:
● Puede tratarse de una pérdida de audición total o parcial.
● Puede tener un origen congénito o adquirido.
● Puede ver localizado el problema en diferentes partes del aparato auditivo.
En todo caso, una de las cuestiones más preocupantes de esta afección es que puede tener un importante impacto en el proceso de aprendizaje de los niños.
Más allá de todas las variables que se pueden tener en cuenta en el caso de la hipoacusia infantil, en cuanto a su alcance o su origen, lo más importante es un diagnóstico lo más temprano posible. En ocasiones, el propio desarrollo del bebé o las dificultades de los padres para identificarlas hace difícil identificar la existencia de deficiencias auditivas. Por ello, todos los actores sanitarios insisten en la necesidad de prestar una atención especial a algunos síntomas que nos pueden permitir detectar problemas de audición. Los indicios son complejos y siempre es necesario vigilarlos junto a los médicos, pero algunos apuntes pueden ir en la siguiente línea:
● Emisión de sonidos y balbuceo a los seis meses aproximadamente.
● La repetición de palabras simples alrededor de los quince meses.
● La emisión de, al menos, 10 palabras hacia los veinticuatro meses.
● La combinación de palabras en frases simples más o menos a los 36 meses.
● La formulación de frases sencillas completas hacia los 48 meses.
La necesidad de hacer un diagnóstico temprano de la hipoacusia infantil tiene que ver con que los problemas de audición entre los más pequeños pueden derivan en dificultades de aprendizaje, en general; en retrasos en la adopción del lenguaje; y por último en el freno de las relaciones sociales de los pequeños.
Por este motivo, el tratamiento de la hipoacusia infantil se despliega desde diferentes abordajes pedagógicos y fisiológicos:
● La estimulación del paciente es una de las acciones fundamentales para evitar que las dificultades auditivas le priven de todo el contenido educativo que proporcionan los sonidos a una edad temprana.
● Además de este enfoque, los tratamientos incorporan habitualmente el uso de las soluciones auditivas y en este caso, entre los niños, aparecen como especialmente eficientes los implantes cocleares, siempre que la lesión que ha provocado la hipoacusia lo recomiende. Estos implantes garantizan técnicamente la conducción del sonido desde el oído externo directamente hasta el nervio auditivo después de convertirlos en impulsos eléctricos.
En el caso de los niños, la mejora en la calidad de vida que suponen las soluciones auditivas, es especialmente destacable.
La hipoacusia súbita, también conocida como sordera súbita se describe como una pérdida importante de audición que se desencadena en un plazo muy corto de tiempo. Técnicamente, se habla de hipoacusia súbita cuando se produce una pérdida auditiva de al menos 30 dB, en un mínimo de tres frecuencias, y este deterioro se produce en un plazo máximo de 72 horas. Estas son las dos condiciones que diferencian esta dolencia de otros motivos de pérdida auditiva.
La sordera súbita se caracteriza por esa condición repentina, ya que en la mayor parte de los casos, los pacientes la perciben cuando se despiertan y detectan una audición insuficiente en un oído. Ese es el principal síntoma de la hipoacusia súbita. En otros casos, sin embargo, se siente un ruido explosivo en el oído justo antes de detectar que no se escucha correctamente. A pesar de esta aparición súbita, en algunos casos, se pueden identificar algunos síntomas:
● Sensación de taponamiento del oído.
● Mareos.
● Vértigos.
● Tinnitus.
En muchas ocasiones la causa concreta de la hipoacusia súbita queda sin determinar con claridad, aunque se han identificado diversos motivos que la pueden desencadenar:
● Causas idiopáticas (quiere decir que hay varias enfermedad que la pueden provocar, pero que en el caso concreto no hay elementos cuál de ellas es la responsable).
● Infecciones graves.
● Traumatismos importantes en la cabeza o en el oído.
● Barotraumatismos (cambios bruscos del equilibrio de la presión exterior y el interior del oído), como los que se pueden producir buceando.
● Enfermedades autoinmunes.
● Trastornos neurológicos.
● Exposición a medicamentos ototóxicos.
● Trastornos del oído interno.
● Trastornos del sistema circulatorio.
Los estudios señalan que en la mitad de los casos en los que las causas son víricas o idiopáticas, la audición se recupera de manera espontánea pasados unos días. En todo caso, es fundamental acudir al médico, para propiciar un diagnóstico adecuado, ya que en algunos casos, la hipoacusia súbita puede confundirse con otras dolencias y la demora en el examen médico puede dificultar la recuperación.
Los tratamientos más extendidos para esta dolencia son:
● Tratamientos farmacológicos a base de corticoesteriodes orales o a través de inyecciones intratimpánicas o la combinación de ambas vías.
● Reacción ante la causa concreta, en caso de que se conozca (por ejemplo, si se debe al consumo de medicamentos ototóxicos, deberá sustituirse el fármaco).
● Tratamientos de oxigenoterapia en cámaras hiperbáricas.
● Soluciones auditivas, en caso de que persista la pérdida de audición.
Cadena de huesecillos es el nombre que comúnmente se le da al sistema de conexión de los tres huesos que técnicamente se denominan osículos auditivos. Se trata de:
● Martillo
● Yunque
● Estribo
Se encuentran en el oído medio, dentro de la cavidad timpánica. Son los huesos más pequeños del cuerpo: los tres conectados entre sí forman una estructura de unos 18 milímetros de longitud. El conjunto de los tres es el mecanismo básico de transmisión de los impulsos sonoros a través del oído medio hacia el oído interno.
Los huesecillos forman el canal de transmisión fundamental de la información sonora al oído interno. Concretamente, después de que el pabellón auditivo haya recogido los impulsos sonoros y el canal auditivo los haya conducido, el tímpano vibra con esas ondas y a partir de ahí, el proceso de transmisión pasa a ser responsabilidad de los huesecillos: la vibración del tímpano se transmite al martillo, este está conectado con el yunque al que traspasa los movimientos y, a su vez, este los traslada al estribo. La última pieza de esta cadena, el estribo, está en contacto con la membrana de ventana oval, de manera que los movimientos del pequeño hueso, producen vibraciones en la membrana que los transmite al fluido de la cóclea, de ahí, por el oído interno hacia el nervio auditivo para terminar enviando los impulsos al cerebro.
A pesar de que las conexiones entre la cadena de huesecillos son extremadamente precisas y delicadas, las enfermedades que se relacionan con esa estructura son muy concretas:
● Un traumatismo fuerte en la cabeza o en la zona del oído. No es fácil que provoque la fractura de los huesecillos, pero sí que puede generan una dislocación de los contactos entre los tres huesos que dificulte la transmisión de las vibraciones.
● Otosclerosis. Un crecimiento anormal del hueso en el oído medio puede bloquear los movimientos de los huesecillos e inmovilizarlos impidiendo la vibración y, por tanto, la transmisión de los impulsos sonoros.
● Colesteatoma. Es un quiste que se produce en el oído medio. Si llega a un nivel concreto de crecimiento puede ejercer presión sobre la cadena de huesecillos y desplazarlos o incluso provocar alguna fractura.
● Otitis media. Los procesos infecciosos en el oído medio, pueden también provocar una acumulación de pus y secreciones que cause lesiones en la cadena de huesecillos.
Un implante coclear es un dispositivo electrónico que ofrece una solución auditiva en casos concretos de pérdida de la audición. Aunque este tipo de aparatos ofrece múltiples funcionalidades está especialmente recomendado para personas que sufren algún tipo de lesión en el oído interno. En estos casos, los audífonos convencionales no pueden solucionar el problema que genera la pérdida de audición, porque la disfunción se produce en el procesado del sonido. Sin embargo, los implantes cocleares pueden sustituir la función del oído interno, para permitir una recuperación de la audición. A diferencia de los audífonos, que amplifican el sonido, este tipo de implante transfiere el sonido directamente al nervio auditivo y de ahí al cerebro, facilitando así la audición.
Estos implantes generan cierto respeto porque deben ser colocados a través de cirugía y porque la tecnología es más delicada que la de los audífonos, sin embargo, ofrecen soluciones ante casos de hipoacusia que no podrían ser solventados con otras soluciones auditivas. En este caso, los implantes cocleares están compuestos de dos partes: una externa, que es el procesador de sonido, y la otra interna, es un receptor que se introduce en el oído interno mediante una intervención quirúrgica sencilla. El procesador externo que se coloca detrás de la oreja recoge el sonido y lo transmite, codificado digitalmente, a la parte interna del dispositivo. Esta parte interna convierte estas señales en impulsos eléctricos y estimula directamente el nervio auditivo. De esta manera, el nervio envía los impulsos al cerebro, donde se interpretan como sonidos.
Es cierto que la adaptación al implante coclear requiere algunas atenciones, sobre todo en términos de entrenamiento a la nueva situación de recuperación de la audición, pero también de cuidados del dispositivo, que permite hacer una vida normal pero desaconseja la realización, por ejemplo, de deportes de contacto para evitar golpes.
Un implante osteointegrado es un aparato electrónico que funciona como una solución auditiva para personas que presentan pérdidas de audición por problemas en el oído externo o medio, debido a que el dispositivo garantiza la transmisión con toda calidad de la información sonora directamente a la cóclea, situada en el oído interno, para que ésta procese los impulsos y los traslade al cerebro.
Este tipo de solución auditiva aparece como muy recomendable, por ejemplo, en los casos de tímpanos perforados, de conductos del oído totalmente cerrados o de otoesclerosis, que hace que la cadena de huesecillos no transmita bien las vibraciones hacia el oído interno. En todo caso, se trata de situaciones en las que partes externas el oído están dañadas, mientras que el oído interno, es decir, la cóclea funciona perfectamente y la hipoacusia se debe a la imposibilidad de transmitir los impulsos sonoros.
Los implantes osteointegrados están formados por tres partes:
● Un micrófono receptor que recoge el sonido.
● Un amplificador digital que los procesa y los transforma.
● Un implante que transfiere esa información en forma de un vibraciones al hueso mastoides, para trasladarlo a la cóclea.
En este caso, la conducción del sonido se garantiza, no por vía aérea, sino por vía ósea a través, según los casos, los dispositivos y las necesidades de los usuarios, el contacto directo con la piel o de un pequeño tornillo implantado en el propio hueso.
La laberintitis es una inflamación de laberinto, el sistema que ubicado en el oído interno se encarga de regular la función del equilibrio. La hinchazón afecta habitualmente también a los nervios que se encuentran en el oído interno. La consecuencia más habitual de esta afección es la afectación del equilibrio en forma de vértigos, pero puede llegar a provocar una severa pérdida auditiva.
El origen de esta dolencia se encuentra con frecuencia en procesos infecciosos en el sistema respiratorio, sobre todo en las vías respiratorias altas, como una gripe o un resfriado, pero también después de episodios alérgicos u otras infecciones como paperas o ciertos herpes.
Los síntomas más comunes y más indentificables de la laberintitis son los vértigos, que suponen la sensación de estar dando vueltas, sin embargo, hay algunos otros indicios que pueden llamar la atención sobre esta enfermedad:
● Dificultades para enfocar la vista y movimientos agitados e involuntarios de los ojos.
● Sensación de mareo, es decir, inestabilidad y aturdimiento.
● Pérdida del equilibrio.
● Ruidos o zumbidos en el oído.
● Náuseas o incluso vómitos.
● Pérdida auditiva.
● Palidez en la piel y sudores.
El tratamiento de la laberintitis se centra en la desinflamar la zona afectada del oído interno y en tratar las causas de esta hinchazón, por ejemplo, los procesos infecciosos que, como se ha explicado pueden estar en el origen, ya sean gripes o resfriados o infecciones de otro tipo como las paperas.
A pesar de que es muy habitual que los síntomas desaparezcan por sí solos al cabo de unas semanas, es necesario visitar a un médico para recibir el diagnóstico y el tratamiento adecuado, ya que una inflamación del oído interno desatendida puede acabar provocando lesiones en los órganos que generen una pérdida auditiva irreversible. En ese caso, se hará necesaria la utilización de soluciones auditivas.
El laberinto es el sistema de tubos y conductos que se ubican en el oído interno. Esta compleja estructura esta formada por lo que se denomina laberinto anterior y laberinto posterior. El laberinto anterior hace referencia a la cóclea, donde reside la función auditiva de esta parte del oído. El laberinto posterior, por otro lado, se refiere al sistema vestibular, fundamentalmente los conductos semicirculares, el sáculo y el utrículo, en el que se sitúa la función del equilibrio. Al mismo tiempo, se distingue entre el laberinto óseo, la estructura de huesos que sostiene toda esta formación, y el laberinto membranoso que se extiende por el interior de la estructura ósea y que sustenta la actividad biológica del laberinto.
Precisamente en el laberinto residen las dos funciones fundamentales que se regulan en el oído interno:
● La función auditiva: situada fundamentalmente en la cóclea, en cuyo interior se encuentra el órgano de Corti que es el lugar en el que los impulsos mecánicos de las vibraciones sonoras se traducen en impulsos nerviosos para ser trasladados al cerebro.
● La función del equilibrio: ubicada en particular en el sistema vestibular, regula la posición del cuerpo en los diferentes planos espaciales y también el movimiento, para poder mantener el equilibrio. La regulación de esta función en movimiento se atribuye a los conductos semicirculares, mientras que cuando el cuerpo está en reposo, el control del equilibrio recae en el sáculo y el utrículo.
En ambos casos, la interacción entre los fluídos laberínticos y las células ciliadas que hunden sus filamentos en los líquidos, sirven para regular las dos funciones.
Las enfermedades que afectan al laberinto pueden provocar consecuencias en la audición o en el equilibrio, pero también es habitual que teniendo en cuenta la convergencia de las dos funciones en un mismo espacio, las afecciones tengan influencia en ambas:
● El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB). Afecta a la función del equilibrio por la presencia de partículas extrañas en los conductos semicirculares.
● Laberintitis. El funcionamiento deficiente que provoca en el oído interno esta enfermedad, puede generar problemas, sobre todo, en la regulación de la función del equilibrio.
● Daños por consumo de medicamentos ototóxicos. Las lesiones provocadas por los efectos secundarios de los medicamentos ototóxicos se sitúan, a menudo, en el oído interno y acostumbran a afectar a la audición.
● La degradación de las células ciliadas. El deterioro de las células ciliadas por el paso del tiempo o por otros procesos de degeneración, tiene incidencia tanto en la audición como en el equilibrio porque estas células participan en los dos procesos.
● Síndrome de Ménière. El exceso de líquido en oído interno afecta tanto la audición como el equilibrio. Produce interferencias en la interpretación de la información espacial que ofrece el sistema vestibular y los conductos semicirculares, pero también en la transformación de los impulsos sonoros que realiza la cóclea.
La lengua de signos es un sistema de comunicación formado por gestos y expresiones visuales que está regido por una gramática propia y completa. Habitualmente es utilizado con personas con alguna limitación sensorial sobre todo en la audición o en el habla, aunque también es usado por otras personas que por motivos diversos no dominan el lenguaje oral.
La lengua de signos no es un lenguaje universal sino que existen múltiples comunidades lingüísticas. Ni siquiera existe una equivalencia directa con los territorios de los Estados, ni tampoco una relación con las lenguas orales, debido a que las diferentes lenguas de signos se han desarrollado y han evolucionado de manera natural en diferentes comunidades lingüísticas.
La lengua de signos utiliza una multiplicidad de elementos, además de los gestos y las expresiones visuales pero también movimientos concretos con la cara, los labios o la lengua. Todo ello para componer una gramática completa.
Existe una variante pensada para la comunicación con personas sordociegas, en la que los gestos son táctiles, realizados en la palma de la mano. En ese caso se realizan símbolos y signos en la palma de la mano, este sistema se llama dactilológico.
El mareo no es sí mismo una patología, sino la sensación producida como consecuencia de algunas enfermedades, muchas de las cuales afectan al aparato auditivo. Se trata de la manera de describir una sensación difícil de explicar que combina el aturdimiento con la inestabilidad y que puede hacer pensar a quien la sufre que está a punto de desmayarse. Los mareos aparecen como síntomas de un buen número de patologías del aparato auditivo porque están muy relacionados con una alteración del sistema vestibular que se encuentra en el oído interno y de los nervios que lo conectan con el tronco del encéfalo. Pero también pueden estar asociados a trastornos en el funcionamiento normal del cerebro tales como hipoglucemias, bajadas de tensión arterial, deshidratación o anemia.
A pesar de que no hay definiciones claras existe una diferencia entre el concepto de mareo y el de vértigo, aunque la confusión o el uso indistinto es muy habitual. En el caso del mareo, la sensación es de mareo, mientras que en los vértigos la sensación es de que uno mismo o el entorno estén girando.
Aunque es difícil establecer la relación directa, los mareos aparecen, a menudo, junto a otros síntomas tales como:
● Movimientos involuntarios de los ojos.
● Pérdida del equilibrio.
● Ruidos o zumbidos en el oído.
● Náuseas o vómitos.
● Pérdida auditiva.
● Palidez en la piel y sudores.
● Cambios del ritmo cardíaco.
Entre las enfermedades del aparato auditivo que pueden provocar mareos aparecen:
● Laberintitis.
● Enfermedad de Ménière.
● Vértigo postural paroxístico benigno.
● Infecciones.
El tratamiento de los mareos pasa, necesariamente, por el tratamiento de las causas, ya que, como se ha explicado, estas pueden ser diversas, aunque en algunos casos se pueden aplicar tratamientos farmacológicos encaminados a minimizar temporalmente las consecuencias de la sensación de mareo.
Más allá de esos tratamientos hay algunas medidas que puede ayudar a que los mareos no se manifiesten tan intensamente en la vida cotidiana:
● Evitar cambios bruscos de postura.
● Levantarse lentamente después de estar sentado o acostado.
● Realizar terapia de rehabilitación vestibular (una rama de la fisioterapia dirigida a mitigar la disfunción vestibular periférica y central).
● Prever puntos de apoyo o en los que sostenerse en caso de necesidad.
El martillo es uno de los tres huesos de la conocida como cadena de huesecillos que se sitúa en el oído medio y tiene un papel fundamental en la transmisión del sonido hacia el oído interno. El martillo, concretamente es el primer de los huesos de esta cadena, el que se sitúa más cerca del tímpano y en contacto con esa membrana y, por lo tanto, el que recibe en primer lugar las vibraciones que se comunican a través de la cadena de huesos. Conocido también como malleus es el hueso más grande de los tres que forman esta cadena.
La función más específica del martillo es la transmisión de las vibraciones sonoras entre el tímpano y el yunque, con lo que da inicio al proceso de traslado de los impulsos a través de la cadena de huesecillos. Sin embargo, esta funcionalidad precisa no puede desligarse del papel general que la cadena de huesecillos juega en el mecanismo de la audición. La vibración del tímpano ante las ondas sonoras, se transmite al martillo, de este al yunque y de ahí al estribo que están en contacto con la membrana de ventana oval, esta vibración mueve el fluido de la cóclea para transmitir la información por el oído interno hasta el nervio auditivo que conduce los impulsos al cerebro.
El lugar del martillo en este proceso muestra la complejidad de toda la articulación, porque precisamente es uno de los huesos que está en contacto con una membrana (el tímpano) por un lado y con un hueso (el yunque) por otro.
A pesar de que las conexiones entre la cadena de huesecillos son extremadamente precisas y delicadas, las enfermedades que se relacionan con esa estructura son muy concretas:
● Un traumatismo fuerte en la cabeza o en la zona del oído. No es fácil que provoque la fractura de los huesecillos, pero sí que puede generan una dislocación de los contactos entre los tres huesos que dificulte la transmisión de las vibraciones.
● Otosclerosis. Un crecimiento anormal del hueso en el oído medio puede bloquear los movimientos de los huesecillos e inmovilizarlos impidiendo la vibración y, por tanto, la transmisión de los impulsos sonoros.
● Colesteatoma. Es un quiste que se produce en el oído medio. Si llega a un nivel concreto de crecimiento puede ejercer presión sobre la cadena de huesecillos y desplazarlos o incluso provocar alguna fractura.
● Otitis media. Los procesos infecciosos en el oído medio, pueden también provocar una acumulación de pus y secreciones que cause lesiones en la cadena de huesecillos.
El hueso mastoideo o apofisis mastoides es el hueso que se encuentra situado en la parte posterior e inferior del pabellón auricular, es decir, de la oreja y justo detrás del canal auditivo, el conducto que desde la oreja se introduce hacia el oído. Se trata de un hueso superpuesto sobre una de las partes del hueso temporal, que es uno de los que forman el cráneo, de ahí viene su nombre, apofisis hace referencia a la superposición de huesos, mientras que el mastoides es la parte inferior del hueso temporal que se encuentra, más o menos, a la altura del lóbulo de la oreja.
La función del hueso mastoideo no tiene, a priori, una relación directa con la audición. Es un punto de anclaje y fijación de algunos de los músculos más importantes del cuello, como el esplenio y el esternocleidomastoideo. Estos músculos son fundamentales para los movimientos de la cabeza, pero no juegan ningún papel en la función auditiva. Lo que sí que es cierto, es que el mastoideo se relaciona con el sistema auditivo por proximidad y, sobre todo, por el hecho de que algunas de sus enfermedades generan problemas de audición.
La relación del hueso mastoideo con la audición está basada en su proximidad física y se hace más evidente cuando se desencadenan algunas complicaciones. De hecho, las enfermedades vinculadas a este hueso tienen afectación en aparato auditivo, aunque no cumpla ningún papel en esta función:
● Mastoiditis. Es una infección en el hueso mastoide que afecta especialmente a las cavidades de esta estructura. La complicación de esta infección tiene consecuencias en el oído, ya que la supuración tiende a acumularse en el interior y las inflamaciones pueden desplazar algunos de los órganos auditivos.
● Colesteatoma. Es un quiste que se produce en las estructuras óseas a la altura del oído medio. Las complicaciones radican en la afectación que puede tener en la cadena de huesecillos un aumento de las dimensiones de las protuberancias.
Cuando las infecciones del hueso llevan a su extracción, la intervención quirúrgica precisamente se realiza desde la parte posterior de la oreja y puede afectar, sobre todo, al conducto auditivo externo.
La mastoiditis es la inflamación del hueso mastoide, que es el hueso que se encuentra detrás de la oreja. Por este motivo, tanto las causas como las consecuencias se asocian al funcionamiento del sistema auditivo. Habitualmente, esta inflamación está relacionada con las infecciones del oído medio, las conocidas como otitis medias. Esta relación entre una y otra dolencia hace que la matoiditis se presente con más frecuencia entre los niños y que se produzcan especialmente en invierno con el aumento de los catarros y los resfriados que desencadenan las otitis de los más pequeños, pero también en verano cuando los baños en piscinas y playas también hacen más habituales las infecciones de los oídos infantiles.
La mastoiditis se hace presente a través de algunos de los siguientes síntomas:
● Fiebre.
● Dolor de cabeza.
● Dolor de oído.
● Irritación y enrojecimiento del oído.
● Hinchazón detrás de la oreja y dolor a la palpación de la inflamación.
● Secreciones en el oído.
La incidencia de la mastoiditis en los y las niñas hace recomendable adoptar algunas medidas de prevención que pueden reducir la posibilidad de que se produzcan otitis medias agudas y que estas deriven en inflamaciones del hueso mastoide:
● Limpiar correctamente los oídos sin emplear bastoncillos.
● Proteger los oídos frente al frío con gorros o bufandas.
● Proteger los oídos del agua y evitar los baños ante los primeros indicios de irritación y de infección.
● Secar concienzudamente las orejas después de las sesiones de baño.
● Ante constipados o catarros evitar la acumulación de mucosidad que puedan llegar a infectar el oído.
Más allá de estos consejos de prevención, el tratamiento de la mastoiditis se realiza habitualmente a través de antibióticos, a través de vía oral o inyectados, según las situaciones concretas. En algunos casos, puede ser necesario drenar la inflamación que aparece detrás de la oreja, con una intervención simple.
Los medicamentos ototóxicos son aquellos fármacos que contienen en su composición principios activos que pueden provocar problemas de pérdida de audición. Algunos de estos medicamentos producen problemas auditivos temporales, lo que supone que desaparecen cuando se abandona su consumo. En la mayor parte de las ocasiones, en esta situación la audición se recupera con normalidad completamente cuando dejan de tomarse los medicamentos.
En otro orden, hay algunos fármacos ototóxicos que desencadenan una pérdida progresiva de la audición y que provocan daños irreversibles en el oído interno. En estos casos, normalmente aceleran el deterioro de las células ciliadas lo que reduce la capacidad auditiva. Además la imposibilidad de que estas células se regeneren complican la recuperación.
Entre los fármacos en los que se ha identificado como efecto secundario la posibilidad de provocar pérdidas de audición se encuentran especialmente antibióticos específicos y medicamentos administrados para el tratamiento de enfermedades graves como algunos cánceres o enfermedades cardiovasculares o renales. Los niños y los ancianos son más propensos a sufrir este tipo de consecuencias adversas.
La migraña vestibular es el tipo de migraña que más relación guarda con el aparato auditivo. La particularidad es que afecta al sistema vestibular del oído que es el que regula la función del equilibrio y por eso se manifiesta a través de vértigos que pueden ser severos y prolongados.
Las causas de esta afección son diversas, a menudo se relaciona con procesos de infecciones de oído y se interpreta como complicaciones que afectan al sistema vestibular. Sin embargo, también se han identificado otras causas que van desde los trastornos del sueño, hasta las situaciones de estrés, pasando por el consumo de alcohol, los cambios de alimentación o las alternaciones hormonales.
La combinación de dolor de cabeza con vértigos aparecen como los síntomas característicos de la migraña vestibular. Pero pueden identificarse también otros indicios:
● Pérdida temporal de audición.
● Tinnitus o acúfenos.
● Fotofobia.
● Fonofobia.
● Visión borrosa.
● Presión en la cabeza.
● Dolor de cuello o en las cervicales.
El tratamiento más habitual de la migraña vestibular es el farmacológico que puede incluir betabloqueantes, benzodiacepinas, antimigrañosos, o fármacos vasodilatadores.
Sin embargo, en paralelo es conveniente cambiar algunos de los hábitos de vida que pueden ser desencadenantes de esta dolencia. De manera que algunos consejos prácticos de prevención incluyen:
● Reducir las situaciones de estrés.
● Eliminar el consumo de alcohol.
● Hacer ejercicio regularmente.
● Mejorar las rutinas de sueño.
● Adoptar una dieta saludable.
● Combinar con tratamientos de fisioterapia y rehabilitación vestibular.
La misofonía es un trastorno neurológico que hace que algunos patrones de ruidos cotidianos resulten insoportables para algunas personas, lo que puede llegar a tener un considerable impacto en su vida diaria. Habitualmente, las personas con misofonía presentan reacciones fuertes a unos ruidos concretos, normalmente sonidos que resultan repetitivos y que reproducen un determinado patrón.
Algunas de las manifestaciones de esta dolencia pueden inducir a confundirla con la hiperacusia o con la fonofobia, por lo que es necesario identificar las diferencias entre las tres patologías.
● La hiperacusia es una hipersensibilidad al sonido que le lleva al paciente a reaccionar ante sonidos que se producen a un nivel bajo, mientras que en la misofonía, el problema se presenta con los ruidos repetitivos.
● La fonofobia aparece como un pánico incontrolable a la posibilidad de que se produzcan algunos sonidos, mientras que en la misofonía, la reacción de rechazo solo se produce cuando se escuchan los sonidos concretos.
Teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad neurológica, las reacciones ante los sonidos que desencadenan la misofonía pueden considerarse los síntomas de la dolencia. En este caso, estas sensaciones son distintas según los casos, pero habitualmente pueden incluir:
● Las maniobras evasivas o de evitación.
● La irritación.
● Los ataques de pánico.
● Las expresiones de ira e incluso de agresividad.
El origen de la misofonía presenta todavía grandes incógnitas. Habitualmente se considera que se trata de un trastorno neurológico y que la disfunción no se encuentra en los oídos, es decir, en el sistema de percepción de los sonidos, sino en el sistema auditivo central del cerebro, es decir, en la interpretación de esos sonidos. En algunos casos, se ha llegado a observar una causa neurofuncional o psicofuncional que supondría la asociación de un sonido con una experiencia negativa y que despertaría la reacción al percibir ese mismo sonido.
Sonidos que habitualmente desencadenan los cuadros de misofonía son, por ejemplo:
● Ronquidos o ruidos respiratorios.
● Sonidos hechos con la boca como chasquidos o crujidos como los que se producen al morderse las uñas.
● Los llantos infantiles.
● Algunos sonidos de animales, como los cantos de pájaros.
● Algunos ruidos ambientales, como timbres de teléfonos, tintineo de vajilla o el tic-tac de un reloj.
● Secreciones en el oído.
No hay una prueba específica para diagnosticar la misofonía, lo que produce, en ocasiones, frustración en los pacientes debido a las dificultades para la detección y en la sensación de incomprensión. De la misma manera no hay un tratamiento claro para hacer frente a este trastorno pero sí que hay algunas medidas que permiten a las personas que lo sufren adaptarse y minimizar el impacto en su vida diaria:
● Terapia psicológica.
● Ejercicios de entrenamiento y terapias de reeducación del oído.
● Dispositivos de protección auditiva, según cuáles sean los sonidos que desencadenen la misofonía.
● El uso de técnicas de relajación.
El nervio auditivo recibe las denominaciones científicas de nervio vestibulococlear o nervio estatoacústico. Como sugieren estos nombres, se trata en realidad de un par de nervios, como ocurre con otros doce en el cráneo. Concretamente, el nervio coclear, que transmite la información relacionada con la audición, y el nervio vestibular, que transmite la información relativa al equilibrio. El primero de ellos se inserta en la cóclea, mientras que el segundo se comunica con el sistema vestibular. Se considera que el nervio auditivo forma parte del oído interno, del que recibe la información que transfiere al cerebro.
La función del nervio auditivo es determinante porque es el encargado de trasladar la información sobre la audición y el equilibrio al cerebro. En el caso de la audición, las ondas sonoras que han sido recogidas del entorno exterior que nos rodea por el pabellón auricular, se han ido transmitiendo a través de diferentes mecanismos biológicos, por el oído externo y el oído medio hasta llegar al oído interno donde esos impulsos mecánicas han sido convertidos en impulsos eléctricos, la transformación necesaria para que la información pueda trasladarse a través de un nervio, el nervio coclear, hasta el cerebro que se encargará de interpretarla. Algo parecido ocurre con el equilibrio, solo que en este caso la información sobre la posición del cuerpo y el movimiento se genera directamente a través de las oscilaciones de los fluidos laberínticos en el sistema vestibular. Estas idas y venidas de líquidos serán convertidas en impulsos que el nervio vestibular trasladará hasta el cerebro.
Hay dos dolencias que se relacionan de manera especialmente directa con el nervio auditivo. Se trata de:
● Neurinoma del Acústico o Schwanoma Vestibular: un tumor benigno que se produce en las células que reviste el nervio vestibular. Estas células son las células de Schwann, por lo que esta patología también se conoce como Schwanoma Vestibular.
● Las consecuencias de algunos procesos de presbiacusia también pueden venir producidas por el deterioro provocado por el paso del tiempo en el nervio auditivo.
El neurinoma del acústico es un tumor benigno, es decir, no canceroso que se produce en las células que reviste el nervio vestibular que es el que conecta el oído interno con el cerebro. Las células afectadas por esta formación tumoral son las conocidas como células de Schwann, por lo que esta patología se conoce también como Schwanoma Vestibular. Una de las particularidades de esta tumoración es su lento crecimiento, lo que hace que tarde años en manifestarse o incluso que no llegue a provocar consecuencias graves en este desarrollo.
El nervio vestibular es el que conduce los impulsos del oído al cerebro y también tiene un papel en el equilibrio, por lo que los síntomas que llaman la atención sobre la presencia del neurinoma del acústico afectan a estas dos funciones. Estos indicios acostumbran a ser:
● Pérdida auditiva. Habitualmente este deterioro de la audición se produce de manera progresiva y en la mayor parte de los casos a un ritmo muy lento y acostumbra a ser unilateral, es decir, que se manifiesta solo en uno de los dos oídos.
● Zumbido en el oído afectado, que normalmente tienen aparecen como tinnitus o acúfenos.
● Inestabilidad o dificultades para mantener el equilibrio.
● Episodios de vértigos o cuadros de mareos, según los casos.
● Y cuando el tumor llega a presionar alguno de los otros nervios cercanos puede llegar a causar entumecimiento facial o pérdida del movimiento muscular.
Para tratar el neurinoma del acústico los facultativos adopta habitualmente dos posibles vías:
● Cirugía para la eliminación del tumor. Es una medida indicada únicamente para los casos de un crecimiento mayor, ya que la zona en la que se debe realizar la intervención es una zona delicada por la presencia de gran cantidad de nervios.
● Radioterapia, es la opción más habitual por resultar menos invasiva. Está indicada para los casos en los que el tumor es más pequeño y sus consecuencias más leves porque ayuda a reducir el tamaño (y, por lo tanto la presión) o a detener su crecimiento.
La neuritis vestibular es una inflamación que se produce en la rama del nervio vestibular encargado de transmitir al cerebro la información relacionada con la función del equilibrio, por lo que es una de las causas principales del síndrome vestibular con vértigo agudo. Esta patología tiene un origen vírico habitualmente, como consecuencia de infecciones previas, fundamentalmente, las que se producen en las vías respiratorias, procesos gripales, catarrales o, por ejemplo, sinusitis. Otras causas menos habituales de esta dolencia son la reducción del flujo sanguíneo el oído interno, el consumo de algunas sustancias ototóxicas o algunos procesos alérgicos.
En la neuritis vestibular, los cuadros de vértigos severos aparece acompañados de otros síntomas tales como:
● Mareos.
● Nauseas y vómitos.
● Movimientos descontrolados de los ojos (nistagmo).
● Problemas para mantener el equilibrio.
● Dificultades para caminar.
En cuanto a los vértigos severos, se presentan como crisis agudas que en la mayor parte de los casos comienzan a remitir después de dos o tres días, pero que pueden llegar a prolongarse incluso durante algo más de una semana.
El tratamiento de la neuritis vestibular se centra en un primer momento en el tratamiento farmacológico de los síntomas más incapacitantes y del origen de la inflamación, para dirigirse después a la reeducación:
● Medicamentos antivertiginosos.
● Medicamentos contra las nauseas y los vómitos.
● Corticoides para reducir la inflamación.
● Tratamiento farmacológico contra la infección original, como los procesos gripales o la sinusitis.
● Terapia de fisioterapia de rehabilitación vestibular.
La neurofibromatosis es una patología hereditaria que se produce por la alteración en diferentes cromosomas, según la variante concreta. Se han identificado tres modalidades de neurofibromatosis, la conocida como de tipo 2 o NF2, se produce por un trastorno en el cromosoma 22 y es menos habitual que la de tipo 1. Este tipo de neurofibromatosis afecta de manera directa al aparato auditivo ya que los tumores que provoca se sitúan en los nervios craneales y, especialmente en los nervios auditivos. Se encuentra en el origen del neurinoma del acústico o schwanoma vestibular. En la mayor parte de los casos los tumores son benignos pero su presencia y la presión que generan dificultan el funcionamiento normal de los nervios.
La neurofibromatosis de tipo 2 produce diferentes síntomas como :
● Pérdida auditiva progresiva.
● Zumbido en los oídos.
● Dificultades para mantener el equilibrio.
● Dolores de cabeza.
El tratamiento para la neurofibromatosis NF2 se orienta a paliar los síntomas y las complicaciones que aparecen. En relación con el procedimiento que se aplica a las tumoraciones se distinguen dos acciones:
● Cirugía para la eliminación.
● Radioterapia para reducir el tamaño o detener su crecimiento.
El Órgano de Corti se encuentra dentro de la cóclea, la parte del oído interno en la que reside la función auditiva. Se trata de una compleja estructura en la que se produce la traducción de la información sonora de los impulsos mecánicos que llegan del entorno a los impulsos eléctricos que se transmiten al cerebro.
Este proceso se desarrolla gracias a la interacción de los elementos que forman el Órgano de Corti, entre ellos, fundamentalmente las 20.000 células ciliadas de dos tipos diferentes, los fluidos laberínticos, la membrana tectorial, las células de soporte y las fibras nerviosas; y a través de su disposición que forma canales y cavidades. Las células ciliadas tienen la particularidad de que no se regeneran, de manera que cuando se deterioran y no pueden cumplir con su función correctamente, ésta se pierde.
El Órgano de Corti es el encargado de realizar una de las funciones más sorprendentes del aparato auditivo. En su interior se produce la conversión de la información sonora, que ha llegado en forma de vibraciones, como impulsos mecánicos, a los impulsos eléctricos que los nervios son capaces de transportar al cerebro para que este los interprete.
Este proceso, además, se produce a través de un mecanismo biológico extremadamente afinado. Los dos tipos de células ciliadas que conviven en el interior del Órgano de Corti reaccionarán ante diferentes frecuencias. Lo harán captando a través de sus filamentos sutiles movimientos. Concretamente, las vibraciones sonoras provocan variaciones en los fluidos laberínticos que bañan los conductos del Órgano de Corti. En estos fluidos flota la membrana tectorial que se mueve con las variaciones del líquido. Los filamentos de las células ciliadas reaccionan ante estos movimientos y las fibras nerviosas con las que están conectadas recogen esas reacciones en forma de impulsos eléctricos.
La afección relacionada con el Órgano de Corti se vincula habitualmente al deterioro de las células ciliadas y, en ocasiones, recibe el nombre genérico de cortipatía. La imposibilidad de las células ciliadas de regenerarse introduce una cierta precariedad en el funcionamiento de este órgano, ya que cuando se presentan problemas en su funcionamiento habitualmente son irreversibles. Los motivos por los que se estropean progresivamente las células ciliadas pueden ser diversos:
● El propio proceso de envejecimiento también conocido como presbiacusia, hace que los filamentos de las células dejen de funcionar correctamente con el paso del tiempo.
● Algunos procesos degenerativos hereditarios pueden ir deteriorando el funcionamiento de este órgano.
● Un traumatismo craneoencefálico también puede afectar a las células ciliadas.
● Ciertas complicaciones cardiovasculares, pueden empeorar la capacidad de interpretación del Órgano de Corti.
El oído externo está formado básicamente por el pabellón auricular y por el conducto auditivo externo y termina en el tímpano. En realidad es la parte más superficial de todo el aparato auditivo y de hecho cuenta con el único órgano que se encuentra en el exterior, la oreja. Esta parte del oído se protege a través de la secreción de cerumen que hidrata y lubrica el oído, pero al mismo tiempo evita que entren cuerpos extraños como polvo, pero también bacterias y otros microorganismos que en otras partes del oído podría provocar infecciones o lesiones más graves.
El oído externo es el encargado de captar los impulsos sonoros y hacen la primera conducción hacia los órganos internos del oído. Concretamente el pabellón auricular es el responsable de capturar los sonidos que se producen en el entorno que nos rodea. Se trata de un órgano diseñado para mejorar la recepción de esa información sonora, ya que si esta se encaminase directamente al conducto auditivo se perderían una gran parte de las frecuencias. El pabellón auricular hace un efecto de antena parabólica para captar un amplio espectro de sonidos y que después conduce como un embudo hacia un único conducto.
Por otro lado, la configuración del conducto auditivo hace que las ondas sonoras captadas sean convenientemente amplificadas antes de llegar a la membrana timpánica, todo para que la calidad de la información captada de nuestro entorno sea la mejor posible.
Las enfermedades que más directamente se relacionan con el oído exterior y que se presentan con más frecuencia son:
● La otitis externa, que provoca una infección en el conducto auditivo y que puede llegar a afectar al tímpano si se produce una acumulación de pus y secreciones.
● Los tapones de cerumen, se producen cuando una sustancia benigna conocida como cera de los oídos no es expulsada adecuadamente, se acumula en el canal auditivo y acaba taponándolo.
● La pericondritis, es una inflamación de la piel que rodea el cartílago del pabellón auricular.
● Hay otras afecciones relacionadas con malformaciones o con el insuficiente desarrollo de algunas partes del oído externo como la microtia (que suponer la ausencia total o parcial del pabellón auricular) o la atresia auris (que afecta al orificio del canal auditivo).
El oído interno es la última parte del aparato auditivo y se encarga de regular tanto la función auditiva como la del equilibrio. Está formado por dos partes diferenciadas la cóclea y el sistema vestibular. La primera de ellas procesa la información auditiva, mientras que la segunda se ocupa del equilibrio. De cada una de ellas parte un nervio: el coclear, en el primer caso; y el vestibular, en el segundo. Estas fibras nerviosas se unen posteriormente para formar el nervio auditivo que también se incluye en esta parte del oído y que conduce la información hasta el cerebro. La mayor parte del oído interno la ocupa el laberinto, por lo que esta sección del aparato auditivo se caracteriza por ser un conjunto de tubos y conductos bañados por los fluidos laberínticos y recubiertos de células ciliadas.
Básicamente, la función de todos los elementos que forman el oído interno es transformar los estímulos mecánicos (tanto de la audición como del equilibrio) en impulsos eléctricos que puedan conducirse hacia el cerebro, para su interpretación. Este papel que supone un proceso muy complejo, se traduce en una especie de cambio de lenguaje de la información.
Por ejemplo, en el caso de la audición, las ondas sonoras son movimientos del aire, de manera que son estímulos mecánicos y de esta manera, como vibraciones, se van transmitiendo por las diferentes partes del oído. Sin embargo, el sistema nervioso no conduce este tipo de información sino que transmite impulsos eléctricos. Por ello, cuando las vibraciones llegan al oído interno, concretamente a la cóclea, los fluidos y los mecanismos de las células ciliadas, traducen esos movimientos al lenguaje de los impulsos eléctricos para que, a través del nervio auditivo, la información llegue al cerebro.
Con la función del equilibrio el proceso es parecido. En este caso se produce en el sistema vestibular, los movimientos del cuerpos se traducen en ondulaciones del líquido que hay dentro de estos órganos. Las células ciliadas traducen esas fluctuaciones de los sonidos en impulsos eléctricos que cuando llegan al cerebro se interpretan como variaciones de la posición del cuerpo o como movimientos.
Son varias las dolencias que se relacionan con el mal funcionamiento del oído interno y que debido a la duplicidad de sus funciones pueden afectar a la audición, al equilibrio o a ambas al mismo tiempo. Las principales enfermedades que afectan al oído interno son fundamentalmente:
● Síndrome de Ménière.
● Laberintitis.
● Vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB).
● Síndrome de Ramsay Hunt o herpes zoster ótico.
● Neuritis vestibular.
● Neurinoma del Acústico o Schwanoma Vestibular.
● Trastornos provocados por fármacos ototóxicos.
El tímpano marca el principio del oído medio en el recorrido de los impulsos sonoros hacia el oído interno. La mayor parte de esta sección intermedia del aparato auditivo está formada por la cavidad timpánica, dentro de la que se encuentra la cadena de huesecillos. Este sistema de huesos interconectados formado por el martillo, el yunque y el estribo son una pieza clave en la transmisión del sonido.
Por otro lado, el oído medio también es el espacio en el que se encuentra la trompa de Eustaquio, que es el conducto que conecta el oído con la nariz y que permite la ventilación del aparato auditivo y un equilibrio de la presión en esta zona del oído.
La función fundamental del oído medio es la transmisión de la información sonora, entre el espacio de captación de esta información que es el oído externo y la parte en la que los estímulos se procesan, que es el oído interno. De esta manera, el oído medio es un paso de transición, pero juega el delicado papel de garantizar una conducción correcta de esa información.
Las complejas conexiones de la cadena de huesecillos se encargan de esa conducción. De esta manera, las ondas sonoras captadas provocan vibraciones en la membrana timpánica, estos movimientos se traspasan al martillo, que es el primero de los huesos de la cadena de huesecillos. De ahí, las vibraciones se transfieren al yunque y de éste al estribo. El estribo transmite los movimientos a la ventana oval que es el punto de acceso de la información a la cóclea, ya parte del oído interno y donde será procesada convenientemente.
Sin embargo, estas transferencias de información se producen a través de un sutil sistema de conexiones entre los huesos que requieren de unas condiciones muy concretas para que la transmisión sea adecuada. La trompa de Eustaquio es el órgano que garantiza que la presión dentro de la cavidad timpánica es la adecuada para que las vibraciones vayan transfiriéndose por los elementos de la cadena de huesecillos. Para conseguirlo equilibra esa presión a través de la conexión con la nariz.
Las enfermedades relacionadas con el oído medio más habituales son las otitis o infecciones, pero no son las únicas. Las dolencias más frecuentes son las siguientes:
● Los procesos infecciosos son las enfermedades más habituales del oído y al mismo tiempo, la mayor parte de ellas se localizan en el oído medio. Las diferentes formas de otitis media, por lo tanto, se convierten en la enfermedad más habitual de esta parte del oído.
● La obstrucción de la trompa de Eustaquio también resulta habitual. La conexión con la nariz y la transferencia de mucosas entre las dos partes hace que sea vulnerable a los taponamientos, sobre todo en procesos catarrales o infecciones de las vías respiratorias.
● Los traumatismos son también una fuente de disfunción de esta parte del oído debido al delicado equilibrio de los elementos que garantizan la transmisión del sonido.
● La otosclerosis, también se relaciona con el funcionamiento del oído medio, porque puede bloquear los movimientos de los huesecillos.
● El colesteatoma, afecta igualmente al oído medio en forma de quiste.
Los osteomas son tumores benignos formados por material óseo que pueden producirse en diferentes lugares de la cabeza. En ocasiones estas tumoraciones aparecen en el aparato auditivo y pueden llegar a causar lesiones. La causa principal de este crecimiento óseo anormal es la exposición continuada al agua a temperaturas bajas, por lo que presenta ciertas similitudes con la exostosis, otra patología asociada a la inmersión en aguas frías. Sin embargo, la existosis aparece como una enfermedad más habitual, mientras que los osteomas que son tumores de crecimiento lento aparecen de manera menos frecuente.
El principal síntoma de los osteomas que se producen en el canal auditivo externo es la pérdida de audición por ese efecto de taponamiento. De todos modos, en la mayor parte de los casos esta pérdida es muy lenta y progresiva, por el ritmo de crecimiento del propio tumor y no acostumbra a ser muy severa. Sin embargo, el estrechamiento del canal auditivo que provoca el crecimiento del hueso sí que puede hacer que el oído se tapone con más facilidad, debido a que aparezca una obstrucción por la acumulación de cerumen.
El tratamiento de esta dolencia es la cirugía. El osteoma se elimina a través de una intervención quirúrgica. Sin embargo, en su manifestación más habitual los efectos del crecimiento del hueso son muy ligeros. Sí que es necesario hacer un seguimiento de la evolución, debido a que la tumoración podría llegar a taponar el canal auditivo con la consiguiente pérdida de audición o podría ser la causa de infecciones repetidas por la acumulación de cera, otros restos biológicos o sustancias externas.
Lo que habitualmente en la calle se atribuye a un dolor de oídos genérico, se conoce científicamente como otalgia. En todo caso, este término solo hace referencia a la afectación, pero no ofrece demasiadas pistas ni sobre su origen, ni sobre sus consecuencias.
Si que es cierto que se puede identificar el lugar que es la fuente del dolor y marca la diferencia entre:
● Una otalgia primaria, cuando el dolor procede del oído externo o medio.
● Una otalgia secundaria, cuando el dolor no procede de las estructuras propias del oído. Esto se debe a que algunos de los órganos del entorno del oído pueden provocar dolores que se manifiesten en el sistema auditivo. Ocurre, por ejemplo, con afecciones en la faringe, los dientes o incluso en la mandíbula.
El nombre genérico de otalgia hace referencia únicamente al síntoma más evidente de esta dolencia: al hecho de sufrir un dolor en la zona del oído, pero no da ninguna idea sobre la causa que puede ser diversa:
● Los barotraumas, es decir, los cambios bruscos de presión pueden provocar dolores en los oídos.
● Las lesiones en el tímpano, a menudo, se manifiestan también como otalgias.
● La acumulación de mucosidad debido a catarros o constipados puede provocar dolores.
● El exceso de cerumen puede ser una de las causas de esta afección.
● Las alergias puede desencadenar dolores.
Debido a la diversidad de causas que provocan la otalgia, los tratamientos son igualmente variados. Por un lado, el abordaje del origen del dolor es una de las maneras fundamentales de hacer frente a la otalgia. En un primer momento, sin embargo, esta afección se trata desde la perspectiva de los síntomas, sobre todo a través de farmacología. Los antiinflamatorios y los analgésicos son un recurso habitual, sobre todo, para aplacar el dolor lo antes posible. Según las causas, es común también el uso de antibióticos en los casos en los que el dolor está producido por una infección. Más allá del tratamiento del síntoma es importante poder atajar la enfermedad de base que lo provoca, para que la lucha contra el dolor se mantenga en el tiempo.
La otitis externa, también conocida como oído de nadador, es una infección del conducto auditivo externo. Esta dolencia aparece con más frecuencia durante la época estival y es especialmente habitual en la infancia y la adolescencia. La causa de la otitis externa más común es la acumulación de agua en el oído después del baño, por ejemplo, en las sesiones estivales de piscina. Esa humedad genera las condiciones para la proliferación de bacterias. Otra causa habitual es la introducción de objetos extraños en el oído, por ejemplo, los bastoncillos que a veces erróneamente se utilizan para creyendo que ayudan a la limpieza.
Los principales síntomas de la otitis externa son:
● Una irritación o enrojecimiento de la zona acostumbra a ser uno de los primeros indicios.
● La inflamación de la zona más superficial del conductor auditivo puede acompañar a la irritación.
● El dolor es el síntoma más convencional y habitualmente se nota de manera más intensa al tragar.
● En los casos más persistentes puede aparecer también secreciones en el oído.
Habitualmente una exploración básica por parte de los facultativos permite identificar esta dolencia. El tratamiento más habitual es farmacológico y habitualmente esta compuesto por:
● Antibióticos de uso tópico, es decir, mediante gotas en los oídos.
● Antiinflamatorios para rebajar la posible hinchazón.
● Analgésicos para luchar contra el dolor que provoca la infección.
● Cuando se ha reducido la inflamación el médico puede recomendar una limpieza profunda del conducto auditivo.
A pesar de que en la mayor parte de los casos la otitis externa desaparece en cuestión de días, en algunas ocasiones puede ser persistente o agravarse, lo que obliga a tomar otro tipo de medidas encaminadas a detectar con más precisión el foco de la infección, por ejemplo.
La otitis media aguda es una enfermedad muy común entre bebés y niños, sobre todo, entre los 0 y los 7 años, aunque no es exclusiva de esta franja de edad. Se trata de una infección que se produce en el oído medio provocada por un virus o una bacteria. El proceso de maduración de la trompa de Eustaquio es la explicación de la mayor incidencia de la otitis media aguda en edades tempranas, ya que este órgano se obstruye con mayor facilidad, lo que provoca un exceso de líquido en el oído medio y una mayor posibilidad de infección.
La otitis media aguda se hace presente, sobre todo en los casos infantiles, con una serie de síntomas que resultan muy reconocibles:
● Un dolor de oídos intenso, lo que técnicamente se conoce como otalgia aguda.
● Una pérdida auditiva temporal provocada por la sensación de taponamiento.
● Fiebre provocada por la propia infección.
● Malestar y otros síntomas asociados, como nauseas, vómitos o diarrea.
● En lactantes se puede observar irritabilidad y dificultades para conciliar el sueño.
La otitis media aguda es una enfermedad muy convencional y se trata con relativa normalidad y facilidad. Aunque es importante no descuidar su cuidado porque en casos especialmente graves puede desembocar en una mastoiditis, la inflamación del hueso mastoide, o en una perforación del tímpano. El tratamiento habitual combina:
● Analgésicos para el dolor que habitualmente es muy intenso.
● Antibióticos para hacer frente a la infección.
La otitis media crónica es una infección permanente o recurrente del oído medio. Esta característica implica una diferencia con la otitis media aguda. Esta última tiene un proceso de desarrollo rápido y, a pesar de ser muy dolorosa, no dura habitualmente durante más de dos o tres días. Sin embargo, la otitis media crónica se prolonga en el tiempo o bien aparece de manera repetitiva. La persistencia de esta infección implica síntomas ligeramente diferentes y, sobre todo, puede derivar en complicaciones más graves en lo que se refiere, fundamentalmente, al nivel de pérdida auditiva.
Los síntomas que se presentan en la otitis media crónica tienen algunas similitudes con los de la otitis media aguda, con la diferencia fundamental de la intensidad y la duración. Aunque también se presentan algunos indicios particulares de esta enfermedad:
● Un dolor de oídos, generalmente leve.
● Fiebre baja en momento puntuales.
● Una pérdida auditiva más intensa y más prolongada que en el caso de otitis media aguda.
● Secreciones, habitualmente, de pus del oído.
Debido a que una de las complicaciones más comunes es la perforación del tímpano, el tratamiento de la otitis media crónica combina, fundamentalmente, los medicamentos y la cirugía:
● Intervención para el drenado de la pus y la sustancias acumuladas en el oído medio.
● Tratamientos farmacológico a base de antibióticos para eliminar la infección, según la edad del paciente y el alcance de la patología, se recomiendan diferentes tipos de antibióticos y suministrados de manera oral o tópica.
● Cirugía, en la mayor parte de los casos, para reconstruir el tímpano. En algunos casos, dependiendo de las lesiones que la infección haya provocado en el oído medio, puede ser necesaria también una cirugía de reconstrucción de los huesecillos.
La otitis media supurativa, es una manifestación concreta de una infección del oído. En este caso, las causas más habituales de esta dolencia son una complicación de una otitis media o la obstrucción de la trompa de Eustaquio. La manifestación más característica es que el oído supura un líquido purulento y, normalmente, con un olor intenso. Es habitual que aparezca asociada a la perforación del tímpano producida por el agravamiento de la otitis media.
El síntoma que más habitualmente se asocia a la otitis media supurativa es la secreción de un líquido purulento. Se trata de la pus que se ha generado en la infección del oído medio que acaba saliendo por el pabellón auditivo. En la mayor parte de los casos, esta secreción tiene un fuerte olor. Otros síntomas son:
● Un zumbido en el oído similar a los tinnitus.
● Sensación de taponamiento.
● Dificultad para concentrarse y para descansar, incluso, para dormir.
● Pérdida de audición.
La otitis media supurativa, en la mayor parte de los casos, tiene un tratamiento sencillo que lleva a la remisión de la infección y de sus síntomas:
● Antibióticos de uso tópico, es decir, mediante gotas en los oídos.
● Antiinflamatorios para rebajar la posible hinchazón.
● Si se detecta una perforación en el tímpano de determinadas características puede ser necesaria una intervención para su reparación.
A pesar de que el diagnóstico y el tratamiento sea relativamente sencillo, es importante, no desatender las otitis medias supurativas que pueden acabar derivando en una pérdida de audición severa y que pueden desencadenar otras enfermedades si las infecciones son persistentes, como pólipos, lesiones en los huesecillos, que pueden afectar a la percepción del sonido, o colesteatoma.
La otitis serosa es una dolencia derivada de la acumulación de liquido en el oído medio. Normalmente se trata de una sustancia serosa o mucosa que puede dificultar la audición. La causa principal de esta afección es el funcionamiento deficiente de la trompa de Eustaquio que es la encargada de evacuar este líquido hacia las fosas nasales. Sin embargo, la obstrucción de este conducto o su imposibilidad para cumplir esta función por una variación en su forma o en su inclinación hace que el líquido se acumule detrás del tímpano y que genere pérdida de audición.
Los síntomas más recurrente de la otitis serosa son:
● Sensación de tamponamiento y presión en el oído.
● Ligero dolor, puntualmente.
● Pérdida de audición.
Cuando la otitis serosa aparece en edades tempranas, que es la situación más habitual, también se consideran síntomas los comportamiento derivados de la propia pérdida de audición que los y las niñas no pueden expresar con facilidad. Por ejemplo, pueden presentar algunas dificultades para el aprendizaje del lenguaje, mostrarse distraídos o tener que elevar el volumen de la televisión o de la música.
Esta dolencia no se caracteriza por el dolor agudo como ocurre en otros casos de infecciones del oído. En el caso de la otitis serosa, no suelen producirse infecciones graves, por lo que tampoco aparece acompañada por fiebre.
La otitis serosa tiene un tratamiento preferente, se trata de los conocidos como drenajes transtimpánicos que consisten en la colocación de pequeños tubos que sirven para sustituir la función de la trompa de Eustaquio y drenar estos líquidos acumulados.
En determinados casos se utilizan algunos tratamientos farmacológicos encaminados a reducir la acumulación de la mucosidad a través de la prescripción de antihistamínicos o de mucolíticos, por ejemplo. Pero este tipo de abordaje se produce en situación muy concretas.
En otros casos, son necesarias intervenciones quirúrgicas para solucionar las afecciones que se sitúan en el origen de la enfermedad y que tienen que ver con un agrandamiento de las vegetaciones o adenoides.
La otomicosis es una infección producida en la piel del canal auditivo externo, por lo que se trata de una forma de otitis externa, con la particularidad de que, en este caso, está causada por hongos.
Algunas circunstancia ambientales pueden favorecer la proliferación de los hongos como la humedad y una temperatura cálida. En estos casos, no secar adecuadamente la zona después del baño puede ser uno de los factores que propician la infección. La introducción de objetos extraños en el oído también pueden ayudar a la reproducción de los hongos, así como el uso prolongado de antibióticos que debiliten las defensas naturales del cuerpo. Finalmente, entre las causas que aumentan las posibilidades de sufrir otomicosis aparecen algunas afecciones de la piel, como dermatitis, psoriasis o eccemas.
El principal síntoma de la otomicosis es el picor persistente y agudo de la zona exterior del oído. Sin embargo, se han identificado otros indicios que aparecen según los casos:
● Ligero dolor de oído.
● Irritación y descamación de la piel de la zona.
● Secreción de sustancias que pueden variar según la gravedad de la infección y el tipo de microorganismo que la causa. Pueden ir desde un líquido incoloro hasta pus, pasando por una sustancia serosa.
● Sensación de taponamiento debido a la acumulación de cerumen, restos de piel o pus.
● Ligera pérdida auditiva.
El tratamiento de la otomicosis consiste en la limpieza de la zona y en la aplicación de antifúngicos locales para evitar la reproducción de los hongos. Además de estas acciones, en los casos de infección más grave puede requerirse la administración de medicamentos por vía oral.
Es igualmente importante conocer los mecanismos de prevención de este tipo de infecciones que por:
● Evitar el uso de bastoncillos en la limpieza de los oídos.
● Secar adecuadamente la zona del oído después de los baños.
● Evitar abusar de los antibióticos.
● Seguir una dieta rica en vitaminas y proteínas.
La otosclerosis es un crecimiento oseo anormal en el oído medio que dificulta que los huesecillos puedan transmitir adecuadamente las vibraciones del sonido y, por lo tanto, provoca pérdida auditiva. La causa de esta dolencia no se ha podido determinar con certeza aunque se considera que, en la mayor parte de los casos, su aparición tiene un origen hereditario. También se han apuntado otras causas como complicaciones de ciertas enfermedades infecciosas o incluso una reacción durante la gestación, pero se trata de situaciones muy concretas.
En todo caso, la otosclerosis es la causa más habitual de pérdida auditiva en adultos jóvenes. El crecimiento óseo en el oído medio hace que, habitualmente, el estribo quede encajonado, de manera que no puede reaccionar a las vibraciones como lo hace normalmente y, por tanto, se interrumpe la transmisión de los impulsos que permite percibir el sonido.
Los síntomas más habituales de la otosclerosis son:
● Perdida auditiva progresiva. En un primer momento, la dolencia puede pasar desapercibida, pero a medida que los huesecillos quedan bloqueados, la pérdida de audición es cada vez mayor.
● En los estadios intermedios de la afección pueden aparecen zumbidos en el oído equivalentes a los acúfenos.
● La hipoacusia provocada por la otosclerosis afecta, sobre todo, a las frecuencias bajas, de manera que es común que las personas que la presentan tengan la sensación de escuchar mejor en los ambientes ruidosos que en entornos silenciosos.
● En ocasiones aparecen también problemas de equilibrio que se puede manifestar como mareos o vértigos.
El tratamiento de la otosclerosis tiene dos enfoques. El primero de ellos, puede ir encaminado a la solución de la pérdida auditiva inmediata, mediante audífonos o soluciones auditivas. Sin embargo, esta no es una solución definitiva y exige ir adaptándola a la pérdida progresiva de audición.
Por otro lado, de manera habitual el tratamiento de la otosclerosis se trata mediante una cirugía relativamente convencional. La intervención solventa el crecimiento anormal óseo y supone, según las condiciones, la extirpación parcial del estribo o bien su sustitución por una pequeña prótesis. En la mayor parte de los casos, esta microcirugía permite recuperar la conducción de las vibraciones y, por lo tanto, la percepción del sonido con normalidad.
La ototubaritis es una inflamación en el oído medio provocada por la obstrucción de la trompa de Eustaquio. Habitualmente se trata de una consecuencia de una infección en las vías respiratorias. En estos casos, la mucosidad puede acumularse en la trompa de Eustaquio que es el órgano que conecta la nariz con el oído y que actúa como sistema de drenaje. La obstrucción de este conducto, provoca una inflamación de la zona, la sensación de que los sonidos llegan como amortiguados y, aunque se trata de una afección leve, puede generar complicaciones auditivas.
La ototubaritis se manifiesta a través de los siguientes síntomas:
● Sensación de taponamiento que, según los casos, deriva en una relativa pérdida de audición temporal.
● Acumulación de cera o líquidos en el oído y, en algunas ocasiones, algunas secreciones.
● Puede aparecer un ligero dolor de oídos.
● La inflamación puede aparecer acompañada de hinchazón y de picores.
● Un zumbido en el oído similar a los acúfenos.
● Vértigos o mareos.
● Aumento de la sensibilidad al sonido.
● Dolor de cabeza persistente.
La ototubaritis acostumbra a tener una duración limitada que habitualmente no pasa de las tres semanas. No es habitual que aparezcan complicaciones, aunque si no se trata convenientemente puede llegar a degenerar en una infección más general del oído medio y, en algunos casos, los acúfenos pueden no desaparecer debido a que se han provocado lesiones persistentes.
En la mayor parte de los casos, sin embargo, resulta efectivo un tratamiento a base de antibióticos y antiinflamatorios, que acostumbra ha provocar efectos beneficiosos al cabo de los 5 o 6 días de administración. En situaciones determinadas, el tratamiento puede complementarse con mucolíticos o antihistamínicos para reducir la congestión.
La pérdida auditiva conductiva representa la imposibilidad de que los impulsos del sonido se transmitan con normalidad desde el oído externo y el oído medio hasta el interno, de manera que se hace imposible o se dificulta la percepción de este sonido. Las causas que producen esta interrupción de la transmisión pueden ser diversas y lo más importantes es que entre ellas hay algunas permanentes y otras temporales.
Una de las causas más habituales de la pérdida auditiva conductiva es el exceso de cerumen y la formación de tapones, que tienen una fácil solución. Sin embargo hay otros motivos que revisten una mayor gravedad, por ejemplo:
● Infecciones del oído externo
● Roturas o perforaciones timpánicas
● Afecciones que suponen quistes o tumores
● Otosclerosis
● Diferentes manifestaciones de artesia auris
● Objetos extraños en el conducto auditivo
El síntoma principal de la pérdida auditiva conductiva una reducción de la percepción del sonido. La hipoacusia asociada a la pérdida auditiva conductiva, puede ser total o parcial y manifestarse en uno o en los dos oídos. Es importante, igualmente, para interpretar los indicios, prestar atención a si la pérdida auditiva es repentina o se produce de manera progresiva. Según la causa que haya producido la reducción de la audición todas estas circunstancias aparecerán de una manera diferente.
En la mayor parte de los casos, la pérdida auditiva conductiva es reversible. En algunas situaciones, la reducción de la audición es temporal y basta con consultar a un especialista y someterse a los tratamientos médicos adecuados, como ocurre, por ejemplo, en los casos de tapones formados por el cerumen, cuya extracción es sencilla o en algunas lesiones en el tímpano que pueden subsanarse con relativa facilidad.
En los casos en los que la causa de la pérdida auditiva conductiva implica una hipoacusia permanente hay soluciones auditivas que pueden servir como alternativa. Según los casos, los audífonos o los implantes auditivos, como los implantes cocleares, consiguen superar las dificultades de transmisión del sonido hacia el oído interno y su interpretación en el cerebro.
El pabellón auricular, aurícula o, comúnmente, oreja es la parte más superficial del aparato auditivo, de hecho es la única parte que se percibe a simple vista y está expuesta al exterior. Se trata de una estructura cartilaginosa recubierta de piel. Tiene una forma ovalada y una serie de prominencias con un sentido helicoidal que permite que se reciba un amplio espectro de ondas sonoras y se canalicen hacia el interior del aparato auditivo a través del conducto auditivo externo.
El pabellón auricular, junto al conducto o canal auditivo forma el oído externo. A pesar de que aparentemente los surcos, las prominencias y las depresiones de la superficie de la oreja puedan parecer arbitrarias, de manera general se distinguen diferentes zonas que cumplen con funciones específicas dentro de la captación del sonido.
El pabellón auricular tiene una función eminentemente de captación del sonido. Se podría decir que es la antena del cuerpo humano, el órgano que en un primer momento recibe la información sonora del entorno que nos rodea y que además se encarga de dirigirla hacia el interior del aparato auditivo.
Las ondas sonoras son “capturadas” por las protuberancias que tiene cada una de nuestras orejas y son encaminadas, gracias a su diseño helicoidal, hacia el canal auditivo. De esta manera, el pabellón auricular permite que se capte mucha más información que si los estímulos sonoros se introdujesen directamente por un orificio al conducto auditivo.
Fundamentalmente hay dos tipos de enfermedades relacionadas con el pabellón auricular, las malformaciones y afecciones cutaneas:
● Las malformaciones se concretan, sobre todo, en la microatia que es la ausencia o el desarrollo insuficiente del pabellón auricular al nacimiento. En ocasiones la atresia auris, que hace referencia al orificio auricular, puede considerarse una dolencia del pabellón auricular, aunque afecta más bien al canal auditivo.
● La pericondritis es una inflamación del tejido que recubre el cartílago. En un principio se presenta como una afección cutánea que provoca picor e irritación, sin embargo, puede degenerar en una infección y puede, incluso, llegar a afectar al propio cartílago provocando lesiones más graves.
La pericondritis es una infección del tejido que recubre el cartílago de la oreja. Normalmente se considera una otitis externa, porque se trata de una infección que afecta al pabellón auditivo, una de las partes del oído externo. Las causas más habituales de estas infecciones son:
● Picaduras de insectos
● Perforaciones o piercings
● Traumatismos
● Cualquier tipo de laceraciones
● Quemaduras
● Forúnculos
● Cirugías del oído
Sin embargo, estas infecciones también pueden aparecer en pacientes que sufren dolencias que debilitan el sistema inmunitario, que padecen procesos inflamatorios o que tiene diabetes, por ejemplo.
Los síntomas más habituales de la pericondritis son:
● El enrojecimiento local
● La inflamación de la oreja
● El dolor
● La fiebre
● La supuración de la zona infectada
Habitualmente el tratamiento de la pericondritis es el de una infección local, aunque es importante no descuidarlo porque pueden producirse complicaciones que hagan que la infección se extienda a otros tejidos cercanos, incluido el propio cartílago o que la inflamación tenga consecuencias más graves. En general, la pericondritis se trata con:
● Fármacos que suelen incluir antibióticos, corticosteroides y analgésicos, según las necesidades concretas.
● La extracción de objetos extraños, por ejemplo en los casos de perforaciones del cártilago.
● El drenaje de los abscesos en caso de infecciones agravadas.
● Cirugía auricular de reconstrucción en los casos más severos.
La presbiacusia se produce cuando una persona experimenta una pérdida progresiva de su capacidad de oír debido al deterioro del sistema auditivo, habitualmente relacionado con el paso de los años. La causa más habitual de esta hipoacusia progresiva es el envejecimiento aunque la degeneración del sistema auditivo también puede verse provocada por otros factores:
● Deterioro de las células ciliadas
● Enfermedades hereditarias
● Traumatismos
● Exposición prolonga a ruidos fuertes
● Infecciones
● Consumo de fármacos ototóxicos
● Diabetes, hipertensión u otras dolencias.
La presbiacusia se presenta habitualmente a través de diferentes indicios que pueden interpretarse como síntomas. Los más habituales son:
● Necesidad de aumentar el volumen de la televisión o de la radio.
● Dificultad para oír sonidos cotidianos.
● Dificultad para mantener conversaciones en entornos con ruidos de fondo.
● Dificultad para mantener conversaciones telefónicas.
● Dificultad para escuchar lo que nos dicen otras personas.
● Aparición de acúfenos.
● Aumento de la sensibilidad ante ruidos elevados.
La importancia de prestar atención a la presbiacusia tiene que ver con las consecuencias negativas que puede provocar en las personas que empiezan a padecerla y que se pueden traducir en aislamiento social, debido a la imposibilidad de entender o mantener algunas conversaciones, y en procesos depresivos o de ansiedad acompañados, por ejemplo, de cambios de humor.
A pesar de que existen algunos fármacos para paliar el deterioro del sistema auditivo, la forma más habitual y más definitiva de tratar la presbiacusia son las soluciones auditivas. Los audífonos permiten mantener la calidad de vida a las personas que han comenzado a detectar que su audición se va deteriorando y tienen la capacidad para revertir la hipoacusia y equilibrar la audición en entornos ruidosos. Según el tipo de presbiacusia que se haya diagnosticado los profesionales recomendarán unos audífonos u otros.
El Síndrome de Alport es una enfermedad de origen genético que aparece entre las consideradas enfermedades raras. La dolencia se concreta en una alteración de la síntesis del colágeno tipo IV, que hace que se produzcan problemas en el sistema renal, en la vista y en el oído. En este último caso, esos problemas para sintetizar el colágeno afecta al desarrollo de las membranas del sistema auditivo, lo que acaba provocando una pérdida de audición. En este caso, el resultado de la afectación en el oído es una hipoacusia neurosensorial progresiva. Se distinguen tres tipos de síndrome de Alport, que presentan algunas variaciones referidas, sobre todo, al alcance de la enfermedad entre hombres y mujeres.
El síntoma más recurrente del Síndrome de Alport, en lo que se refiere a su afectación al aparato auditivo, es una pérdida de audición progresiva que afecta especialmente a los sonidos más agudos. En términos generales las dificultades auditivas empiezan a presentarse en la época escolar y se desarrollan antes de los 40 años.
El recurso a soluciones auditivas es el tratamiento más habitual de los efectos que el Síndrome de Alport provoca en el oído. En todo caso, la pérdida auditiva causada por esta dolencia es irreversible y progresiva, de manera que es recomendable que el uso de audífonos se complemente con el acompañamiento de profesionales y la adaptación a las necesidades que se presenten en cada momento. Otras medidas de entrenamiento y de reeducación ayudarán a los pacientes a mantener la calidad de vida y las posibilidades de comunicación al máximo nivel posible.
La acumulación excesiva de líquido endolinfático en el oído interno produce un funcionamiento incorrecto del laberinto, lo que provoca al mismo tiempo problemas de equilibrio y de pérdida de audición. Esta afección cuya causa todavía no se ha determinado se conoce como Síndrome de Ménière.
El sistema laberíntico es el que se ocupa de la función del equilibrio, precisamente, a través de la interpretación de las sensaciones producidas por el líquido endolinfático que de manera normal se encuentra en este órgano. Sin embargo, cuando la cantidad de líquido aumenta sin control, estas funciones no pueden desarrollarse con normalidad, provocando vértigos o mareos. Al mismo tiempo, el oído interno conduce los estímulos sonoros, de modo que su disfunción, provoca pérdidas de audición que pueden ser severas.
Los síntomas más habituales del Síndrome de Ménière son:
● Episodios de mareos severos.
● Zumbidos o rugidos en el oído, conocidos como tinnitus o acúfenos.
● Pérdida de audición temporales e intermitentes.
● Sensación de presión o dolor en el oído.
Los síntomas de esta afección se presentan de manera diferente en los pacientes que la sufren. Aunque habitualmente aparecen de manera episódica a través de crisis o ataques, estos son de intensidad y duración diferente según los casos, pero en la mayor parte de las ocasiones resultan muy incapacitantes.
El Síndrome de Ménière como tal no tiene cura, por lo que los tratamientos que se aplican van encaminados a controlar los síntomas. Por este motivo, a menudo se recomienda una combinación de diferentes abordajes:
● El uso de fármacos para evitar o limitar los mareos.
● La prescripción de diuréticos y la reducción del consumo de sal para limitar la producción de líquido endolinfático.
● La cirugía, en los casos más graves porque provoca considerables efectos asociados, tanto en el equilibrio como en la audición.
● La utilización de soluciones auditivas. En los casos en los que la dolencia ha provocado una hipoacusia severa, la audición puede recuperarse con el uso de audífonos.
El síndrome de Ramsay Hunt es un brote de herpes zóster, el virus que provoca la varicela, que afecta el nervio facial cerca del oído, por ese motivo también se conoce como herpes zóster ótico. Se trata de una reactivación del virus de la varicela que queda en el organismo después de pasar la enfermedad, un efecto que también se denomina culebrilla. Este virus tiene la capacidad para mutar y atacar a diferentes nervios, cuando la infección se produce en el nervio facial que se sitúa junto al oído, además de la erupción y de la parálisis facial que puede provocar, puede ser la causa de pérdida auditiva.
Hay dos síntomas que se presentan de manera especialmente recurrente en el Síndrome de Ramsay Hunt y son:
● Un sarpullido doloroso formado por ampollas llenas de líquido alrededor del oído e, incluso, en su interior.
● Parálisis facial o sensación de entumecimiento en el lado del oído afectado.
Sin embargo, además de esos indicios, la dolencia también puede manifestarse a través de:
● Pérdida de la audición.
● Zumbido en los oídos (tinnitus).
● Vértigo.
● Dolor de oído.
● Dolor de cabeza.
● Pérdida del gusto.
● Sequedad en la boca y en los ojos.
El tratamiento más extendido del Síndrome de Ramsay Hunt es la administración de aciclovir un antiviral que se emplea contra el virus de la varicela. Habitualmente el tratamiento farmacológico se complementa con analgésicos para el dolor y corticoides para la inflamación. El tratamiento acostumbra a tener una alta efectividad y es importante no menospreciar los efectos de esta dolencia.
Las complicaciones que el Síndrome de Ramsay Hunt pueden provocar:
● Pérdida auditiva y parálisis facial permanentes.
● Lesiones oculares.
● Neuralgia posherpética que ocurre cuando una infección por culebrilla daña las fibras nerviosas.
El síndrome de Usher es una enfermedad hereditaria que inicialmente causa hipoacusia y que, en la mayor parte de los casos, después provoca retinosis pigmentosa una dolencia que va desembocando una pérdida de visión progresiva. La enfermedad se produce por una mutación genética que se transmite de manera hereditaria. Para que un bebé sufra síndrome de Usher es necesario que tanto el padre como la madre tuviesen la mutación genética, si la herencia de esta alteración viene de uno solo de los progenitores, la mutación se mantiene y se puede transmitir, pero el paciente no desarrollará el síndrome de manera que no experimentará ninguno de sus síntomas.
Los síntomas fundamentales del Síndrome de Usher son:
● La perdida auditiva.
● Los problemas de equilibrio.
● La pérdida de visión.
Sin embargo, se han identificado tres variantes del Síndrome de Usher que hace que los síntomas se manifiesten de manera diferente.
● Tipo I: las personas que lo sufren experimentan hipoacusia de nacimiento y los problemas de equilibrio grave se presentan a una edad temprana. La retinosis pigmentaria empieza a aparecer alrededor de los 10 años y acaba degenerando en ceguera.
● Tipo II: las personas que lo sufren tienen tienen una hipoacusia normalmente moderada en su nacimiento y no presentan problemas de equilibrio. La vista empieza a deteriorarse en la adolescencia y la evolución, generalmente, es más lenta que en los pacientes de Tipo I.
● Tipo III: las personas que lo padecen presentan audición normal y equilibrio casi normal al nacimiento. En este caso, se manifiestan primero los problemas de vista y luego se va deteriorando la audición hasta llegar a la hipoacusia.
No hay una cura para el Síndrome de Usher y teniendo en cuenta que la tendencia es a padecer una sordera profunda, el tratamiento se centra en el uso de soluciones auditivas. Según el momento en el que se encuentre la enfermedad y las condiciones del paciente, se colocan audífonos o implantes cocleares.
A menudo estas soluciones pueden ir acompañadas de entrenamientos y terapias de habituación, tanto para la audición como para el equilibrio, teniendo en cuenta, además, que la hipoacusia va combinándose en la mayor parte de los casos con una pérdida de visión importante, también.
La sordera tonal es la forma coloquial de referirse a un trastorno conocido como amusia. Se trata de una disfunción de origen neuronal que impide al paciente distinguir algunos elementos musicales básicos como las tonalidades o los ritmos. La causa de esta dolencia es todavía incierta aunque se distinguen dos posibles orígenes. Puede tratarse de un trastorno congénito, es decir, que ya está presente al nacer; o adquirido, en este caso puede desencadenarse por un traumatismo, un tumor o una enfermedad neurodegenerativa. En todo caso, no se trata de una afección del oído o del sistema de percepción de los sonidos, sino de los mecanismos neuronales que los interpretan. Aparentemente un deterioro en esas funciones impide que se pueda distinguir entre las notas musicales o incluso entre los ritmos de una canción, que puede llegar a hacer que una composición se perciba como un conjunto de ruidos desordenados.
El síntoma fundamental de la sordera tonal o amusia es la incapacidad para interpretar el conjunto de los estímulos de una composición musical. Esta sería la modalidad de amusia más común y más extendida y se considera amusia perceptiva. En muchos casos ni siquiera llega a diagnosticarse.
Hay otras modalidades de amusia más específicas y que además solo pueden identificarse en caso de tener conocimientos musicales previos:
● Amusia motora: se pierde la capacidad de cantar, entonar o silbar.
● Amnesia musical: se pierde la capacidad de reconocer y distinguir unas piezas musicales de otras.
● Amusia instrumental: se pierde la capacidad de tocar un instrumento musical.
● Alexia musical: no se pueden leer partituras. Se pierde la capacidad de distinguir el lenguaje musical.
● Agrafia musical: también afecta al lenguaje musical, pero por la incapacidad para escribir partituras.
La sordera tonal o amusia no tiene cura por el momento. No hay ningún tratamiento para revertir esa pérdida de capacidad musical. En algunos casos, se aplican terapias de entrenamiento para intentar minimizar las consecuencias. En los casos en los que además la música se percibe como sonidos estridentes, se experimenta con la exposición a ciertos sonidos para intentar neutralizar la sensación de desagrado. En este caso, el único avance ha sido identificar el trastorno, aunque las grandes lagunas en torno a sus causas dificultan su resolución.
De hecho hay algunos casos de conocidos músicos que han sufrido esta enfermedad. Se dice, por ejemplo, que Maurice Ravel, autor del Bolero de Ravel, experimentó en un momento de su vida una cierta incapacidad para escribir música y para leerla, lo que le impedía interpretarla.
La perforación del tímpano es un agujero o un desgarro en la membrana timpánica que puede producirse por una infección en el oído medio, en la que las secreciones acumuladas haya presionado hasta romper el tímpano; o por un traumatismo, ya sea por la introducción de un objeto extraño, por un golpe, por un sonido excesivamente elevado como una explosión o por un cambio brusco y repentino de la presión a ambos lados de la membrana.
Esta lesión, normalmente, además de dolorosa, provoca disfunciones en el sistema auditivo. El tímpano es una membrana que vibra ante las ondas sonoros, como si se tratase del parche de un tambor, cuando esta membrana tiene cualquier tipo de desgarro, las vibraciones no responden exactamente a los estímulos sonoros porque no tiene la tensión necesaria.
Habitualmente los síntomas más comunes de la perforación timpánica son:
● Dolor, a menudo, punzante y puntual, que pude desaparecer o disminuir rápidamente
● Secreción en el oído que puede ser de una sustancia mucosa o purulenta y que en el momento de la perforación pueden incluir sangre.
● Pérdida auditiva.
● Pitidos o zumbidos en el oído, que aparecen como tinnitus.
● Sensación de vértigo o de mareo.
● Náuseas o vómitos producidas por los propios problemas de equilibrio.
En algunas ocasiones la perforación del tímpano se cura por sí misma, de manera que el tratamiento consiste únicamente en la resolución de la causa que la ha provocado. En otros casos, la curación requiere de una intervención para reconstruir el tímpano. De manera que las dos actuaciones más comunes son:
● Tratamiento farmacológico con antibióticos para atajar la infección en el oído medio que haya podido causar la rotura del tímpano, o para evitar complicaciones en la propia rotura del tímpano.
● La colocación de un parche puede ser una medida intermedia cuando la lesión no cura por sí misma.
● Intervención quirúrgica para reconstruir la membrana timpánica cuando las medidas anteriores no han funcionado o cuando la lesión es suficientemente grave para adoptar esta solución más drástica.
En casos muy concretos, la perforación puede dejar secuelas que provoquen una pérdida auditiva parcial y que hagan recomendable el uso de audífonos.
El tímpano es una membrana delgada, de ahí que también se conozca como membrana timpánica, que se sitúa al final del conducto auditivo y que establece el límite entre el oído externo y el oído medio, aunque formalmente suele ubicarse en esta última parte del oído. Además de reaccionar con vibraciones a las ondas sonoras, cierra la cavidad timpánica preservando de los agentes externos los mecanismos de transmisión que se encuentran dentro del oído medio. Sin el tímpano, el resto del oído, incluidos los elementos más sensibles estarían completamente expuestos, por ejemplo, a la entrada del agua.
El tímpano cumple una función primordial en la transmisión del sonido y en el complejo proceso que convierte los impulsos mecánicos de las ondas sonoras que recoge el pabellón auditivo en los impulsos nerviosos que se trasladan al cerebro para su interpretación. Sería el primer punto del oído en el que esa información empieza a procesarse, ya que las ondas conducidas a través del canal auditivo generan la vibración de esta membrana. A partir de este punto, los movimientos irán trasladándose a través de diferentes órganos hasta llegar al oído interno.
La perforación del tímpano o, en fases previas, su inflamación o cualquier tipo de herida que no llegue a la rotura, son las enfermedades más comúnmente relacionadas con el tímpano. Las causas de estas lesiones pueden ser diversas:
● Infecciones en los oídos. La supuración puede aumentar la presión dentro de la cavidad timpánica y provocar la rotura de la membrana para liberar esas secreciones.
● El uso de bastoncillos en la limpieza. Pueden provocar la rotura desde la cara exterior del tímpano.
● Traumatismos en la cabeza o la propia zona del pabellón auricular.
● Cambios repentinos de presión entre el interior y el exterior del oído, conocidos como barotraumas, ya sean durante una inmersión o, por ejemplo, en aterrizajes o despegues de aviones..
● Los traumas acústicos, que son ruidos los suficientemente fuertes como para que la onda sonora provoque la rotura de la membrana. Se produce, por ejemplo, en casos de explosiones.
La perforación del tímpano provoca:
● Dolor punzante y puntual.
● Secreción de una sustancia mucosa o purulenta y que pueden incluir sangre.
● Pérdida auditiva.
● Pitidos, zumbidos o tinnitus.
● Sensación de vértigo o de mareo.
● Náuseas o vómitos.
Los tapones de cera se forman por la acumulación de esta sustancia en el oído, causando dificultades para la audición. En realidad, el cerumen es una mezcla de sustancias que producen diferentes glándulas del oído externo y tiene una importante función protectora. La cera hidrata y lubrica el oído; impide que la humedad o el agua generen irritación; atrapa polvo u otras partículas y evita que lleguen a lugares del oído donde podrían provocar problemas; y protege frente a la acción de bacterias y otros microorganismos.
El propio conducto auditivo está diseñado para que periódicamente se vaya expulsando el exceso de cerumen y que se elimine de manera simple con una limpieza superficial del pabellón auditivo. Sin embargo, hay algunas situaciones en las que no se produce esta expulsión y el cerumen solidificado, mezclado con polvo, suciedad o resto de piel se acumula formando un tapón que impide que el sonido sea trasladado por el conducto con normalidad.
Los síntomas más habituales en los casos de tapones de cera son:
● Sensación de taponamiento en el oído.
● Picor en el interior del conducto auditivo.
● Dolor de oído.
● Tinnitus o acúfenos.
● Pérdida de audición parcial, que en algunos casos se agrava con la entrada de agua en el oído.
● Mareos o vértigos.
● Y en casos puntuales puede fiebre o secreciones en el oído.
Los tapones de cera pueden tratarse favoreciendo su disolución o extrayéndolos. En ambos casos el primer paso suele ser ablandarlos mediante productos que se aplican en forma de gotas y pueden tener una base de agua o de aceita, habitualmente. Cuando este procedimiento es insuficiente, será necesaria la extracción de los tapones, una práctica habitual y sencilla, pero que debe ser realizada por los especialistas. Habitualmente se utilizan dos métodos:
● Extracción por irrigación, a través de la aplicación de agua a una determinada presión.
● Extracción por succión, mediante el uso de instrumental de aspiración.
En todo caso, es fundamental preocuparse por la prevención de los tapones, especialmente en los casos en los que estos aparecen de manera recurrente, porque un tratamiento inadecuado puede provocar daños en el tímpano. La prevención pasa por una correcta higiene auditiva, porque aunque los tapones no se producen por una falta de limpieza, algunas prácticas favorecen su aparición:
● Retirar solo la cera que sale al exterior del conducto auditivo.
● No utilizar bastoncillos u otros objetos extraños en la limpieza de los oídos.
● No hurgar en el interior del oído para extraer la cera.
● Usar con precaución auriculares que se introducen en el oído.
● Prestar atención en los casos en los que se utilicen tapones para dormir o para el baño.
● No intentar extraer los tapones de cera en casa.
● Acudir a los especialistas en caso de notar algún síntoma.
El trastorno del procesamiento auditivo (APD, por sus siglas en inglés), que se conoce también como trastorno de procesamiento auditivo central (CAPD, por sus siglas en inglés), dificulta la capacidad de la persona que lo sufre para entender el habla, debido a un problema en el procesamiento de la información sonora. Es decir, no es un trastorno en el sistema auditivo, sino que se produce a nivel neurosensorial, porque los sonidos se escuchan perfectamente, pero no pueden interpretarse correctamente. Tampoco se trata de una afección de desarrollo intelectual.
Las dificultades de interpretación pueden tener diferente alcance, desde problemas para distinguir entre una sola letra hasta la confusión de palabras completas. En el caso de la infancia, este trastorno tiene un efecto directo en el aprendizaje y puede comportar, por ejemplo, importantes obstáculos para la adquisición del lenguaje.
El trastorno del procesamiento auditivo se desvela a través de síntomas tales como:
● Dificultad para seguir instrucciones.
● Repetición en la conversación de fórmulas como “¿qué?” o “¿eh?” y petición frecuente de que se les repita la información.
● Dificultades para distinguir entre palabras con sonidos parecidos.
● Problemas para concentrarse, sobre todo cuando el entorno es ruidoso o hay muchas personas hablando al mismo tiempo.
● Dificultad para distinguir de dónde provienen los sonidos o el habla.
● Dificultades para retener las letras de las canciones, más evidente durante la infancia.
● Inconvenientes para leer, deletrear, hablar o rimar y fallos de ortografía en los casos en los que es necesario distinguir sonidos.
● Mezclar el orden de los sonidos en palabras o números en una secuencia.
● Respuestas lentas y dificultades para seguir los tiempos habituales de una conversación.
Es importante que el diagnóstico sea lo más temprano posible para minimizar los problemas de aprendizaje asociados a un déficit de comprensión del lenguaje. Si el niño o la niña no pueden distinguir lo que se les explica tendrán obstáculos para aprender en todos los ámbitos, de manera que es fundamental abordar esta dificultad lo antes posible. Para ello, se plantean diferentes abordajes:
● Terapia del habla que permite mejorar las habilidades de los pacientes en la identificación de los sonidos, en su ordenación y en la distinción así como el recuerdo de esos sonidos clave en el proceso del habla.
● Entrenamiento auditivo ya sea a través de terapia o de mecanismos de ayuda automatizados, como ejercicios o aplicaciones informáticas, que ayudan a identificar sonidos y a recordarlos.
● Terapia educativa, ayuda a buscar alternativas para gestionar las situaciones que provocan dificultades. Los pacientes encuentran estrategias y mecanismos para eludir los obstáculos y llegar a la comprensión a través de otros caminos. También les permite hacer frente a la ansiedad, la frustración o el desánimo de la incomprensión.
● Ayudas físicas para mejorar la recepción de los sonidos. Teniendo en cuenta que uno de los problemas se presenta ante entornos ruidosos y conversaciones múltiples, mejorar la recepción del sonido puede ayudar a mejorar la concentración para distinguir y aislar los sonidos.
La trompa de Eustaquio es un conducto de entre 3,5 y 4 centímetros de longitud que conecta la nariz con el oído, concretamente a través del oído medio. Este canal, conocido también como tuba o trompa auditiva, tiene una salida a la cavidad timpánica y otra a las fosas nasales.
Toda su superficie está recubierta por una mucosa como la de las fosas nasales, de manera que es una especie de zona de transición.
La trompa de Eustaquio es un canal de ventilación que cumple una triple función:
● Regula la presión del oído medio, concretamente de la cavidad timpánica, para generar las condiciones adecuadas para una buena transmisión de las vibraciones entre la cadena de huesecillos y para evitar que haya cambios bruscos de presión entre el interior del oído y el exterior.
● Drena los líquidos y secreciones que se producen en el oído medio.
● Evita el acceso de mucosidad o de secreciones infectadas desde las fosas nasales hasta el oído.
La enfermedad que más habitualmente afecta a la trompa de Eustaquio es su obstrucción por una imposibilidad para realizar correctamente el drenaje de sustancias procedentes de las fosas nasales. Las causas más habituales de esta disfunción son:
● Resfriados y congestiones
● Alergias
● Infecciones de las vías respiratorias
● Infecciones del oído
● Crecimiento del tejido adenoide, conocido como vegetaciones.
● O, incluso, formaciones tumorales
La obstrucción de la trompa de Eustaquio es más habitual durante la infancia y es la fuente de infecciones de oído repetidas. Esta situación se produce por una cuestión de inmadurez. En los niños y en las niñas, la trompa de Eustaquio es más corta, más estrecha y, sobre todo, está menos inclinada, de manera que es más fácil que se llene por las mucosidades cuando se producen resfriados, congestiones o infecciones de las vías respiratorias. Esto hace que se taponen e incluso que esas secreciones lleguen al oído provocando otitis medias.
El vértigo periférico hace referencia a la sensación de movimiento de la persona que la sufre o del entorno. A menudo, se tiene la percepción de que uno mismo esta girando, que la habitación en la que se encuentra se mueve o que el suelo se inclina, sin que nada de ello esté ocurriendo.
Los vértigos siempre están relacionados con el sistema vestibular que procesa la función del equilibrio y que forma parte del oído interno. Concretamente, se habla de vértigos periféricos cuando la afectación se encuentra en el laberinto o en el nervio vestibular. A diferencia de los vértigos, los mareos pueden tener otras causas más diversas.
En ocasiones, el vértigo periférico se manifiesta en forma de crisis, es decir, como episodios intensos y relativamente cortos, que pueden llegar a ser muy incapacitantes.
En realidad los vértigos periféricos son, muy frecuentemente, el indicio de otras dolencias, ya que se producen asociados a enfermedades como:
● Vértigo Posicional Paroxístico Benigno (VPPB).
● Síndrome de Ménière.
● Laberintitis.
● Neuritis vestibular.
Los síntomas más habituales de los vértigos periféricos son:
● Inestabilidad.
● Sensación de giro del entorno o de uno mismo.
● Nauseas y vómitos.
● Sudoración.
● Acúfenos.
● Pérdida auditiva.
● Incapacidad para desarrollar tareas con normalidad.
De manera fundamental, el tratamiento del vértigo periférico se basa en el tratamiento de la enfermedad que lo provoca, entre las dolencias más habituales que se han mencionado, por ejemplo. Por otro lado, se pueden tomar medidas para minimizar los efectos de estos vértigos cuando aparecen las crisis:
● Reducir el consumo de sal.
● Adoptar una dieta sana.
● Mejorar la higiene postural.
● Administración de algunos fármacos que según las necesidades pueden ser diuréticos o antiinflamatorios, entre otros.
La ventana oval es una de las membranas de la cóclea. En este caso, se trata del punto por el que la información sonora se transmite a este órgano que se encarga de transformarla en impulsos eléctricos. El estibo se apoya sobre la cara exterior de la ventana oval, de manera que le transmite las vibraciones que se han conducido a través de la cadena de huesecillos. En la otra cara de esta membrana está el líquido de la cóclea que se mueve con sus vibraciones.
Una de las particularidades de la ventana oval es que se trata del punto en el que la transmisión de los impulsos sonoros cambia de medio. Hasta el estribo, las vibraciones se trasladan por un medio aéreo, pero a partir de la ventana oval estas pasan a un medio líquido.
Por otro lado, la superficie de la ventana oval es mucho menor que la del tímpano, de manera que las vibraciones que se han ido transmitiendo por la cadena de huesecillos ejercen una fuerza mucho mayor en la ventana oval que en el tímpano.
La ventana oval es un paso más de la transmisión de los impulsos sonoros a través del aparato auditivo. Aunque este paso tiene algunas particularidades que lo hacen especial.
● En primer lugar es la frontera entre el oído medio y el oído interno, lo que supone la transición de una función de transporte del sonido a otra de procesado.
● En segundo lugar, la anatomía de los elementos del oído medio, hace que la ventana oval sea el punto en el que se pone de manifiesto la amplificación de los estímulos por la diferencia de tamaño entre el tímpano, que es el origen de la cadena de transmisión, y la ventana oval (mucho más pequeña), que sería el destino de este camino.
● Y, en tercer lugar, antes de que las células ciliadas realicen su labor de traducción, la ventana oval es el punto en el que la transmisión deja de realizarse por un medio aéreo y pasa a un medio líquido, el de los fluidos laberínticos que precisamente permiten el papel de traducción que las células ciliadas hacen en la cóclea.
No se identifican dolencias específicas de la ventana oval, pero es cierto que algunas de las enfermedades que se relacionan con el funcionamiento del oído medio y más específicamente de la cadena de huesecillos puede afectar a esta membrana. Esta posible incidencia se debe al contacto directo con el estribo, de manera que cualquier variación o desviación en este hueso puede afectarle; pero también a ser uno de los elementos que forman el contorno de la cavidad timpánica.
El vértigo postural benigno es la forma común de denominar al Vértigo Posicional Paroxístico Benigno (VPPB) que es una de las causas más habituales de las crisis de vértigos periféricos. En este caso, la dolencia se produce por el desprendimiento de pequeños fragmentos calcáreos, parecidos a las formaciones óseas y conocidos como canalículas, en los canales del sistema vestibular. Estos elementos hacen que se modifique el funcionamiento normal de los conductos de líquido que regulan el equilibrio y provocan los vértigos. En muchas ocasiones, las crisis de vértigos se desencadenan, precisamente, cuando la cabeza se coloca en una posición concreta.
El Vértigo Posicional Paroxístico Benigno, no se considera una enfermedad grave, aunque sus síntomas son muy molestos y, en determinadas circunstancias, pueden dificultar el desarrollo norma de actividades cotidianas. Esta dolencia se manifiesta a través de los siguientes síntomas:
● Problemas de equilibrio.
● Náuseas y vómitos.
● Sudoración.
● Movimientos incontrolados y temblores rápidos de los párpados.
El Vértigo Posicional Paroxístico Benigno puede desaparecer por sí mismo en un periodo de tiempo reducido, pero también, es habitual que se reproduzcan las crisis, de manera que es importante tomar las medidas adecuadas. En la mayor parte de los casos el tratamiento consiste en lo que conoce como maniobras posturales, pero también hay otros abordajes:
● Maniobras contra el Vértigo Posicional Paroxístico Benigno. Están encaminadas a recolocar las canalículas en zonas del oído en las que no provoquen los vértigos y que puedan reabsorber estas partículas. Las más habituales son dos: la maniobra de Epley y la maniobra de Sémont, que suponen secuencias de movimientos diferentes para conseguir el mismo objetivo.
● Intervención quirúrgica. Se aplica en los casos más graves y consiste en el bloqueo del canal semicircular del oído a través de un tapón que impide el acceso de las partículas que provocan el Vértigo Posicional Paroxístico Benigno.
● Medias de prevención. Se trata de medidas que los pacientes pueden tomar para minimizar el trastorno que suponen los vértigos y pueden consistir en tumbarse en la cama y fijar con la vista un punto en el techo moviendo ligeramente la cabeza hacia los lados; mover lentamente un objeto, de manera repetida, fijando la vista en él; levantarse desde la posición de sentado, varias veces, lentamente, en unas ocasiones con los ojos abiertos y en otras con los ojos cerrados.
El vestíbulo es una de las partes del laberinto óseo que se ubica en el oído interno. Esta estructura está formada por la cóclea, que se encarga de la función de la audición, y por los conductos semicirculares y el vestíbulo, que se encargan de la función del equilibrio. Estas dos últimas partes forman el conocido como sistema vestibular.
En el interior del vestíbulo se encuentran dos de las cavidades que forman el laberinto membranoso, se trata del sáculo y el urtículo que están llenas de endolinfa. Además, el vestíbulo se conecta con los conductos semicirculares a través de lo que denominan las ampollas.
El vestíbulo es una de las piezas fundamentales de la regulación de la función del equilibrio. Es una parte del sistema vestibular que se encarga, en el oído interno, de controlar el equilibrio. Este papel está divido en dos partes. Por un lado, los conductos semicirculares se ocupan del recabar la información sobre la posición del cuerpo y su desplazamiento cuando el cuerpo se encuentra en movimiento. Sin embargo, cuando estamos en reposo, la regulación del equilibrio recae en el vestíbulo.
A través de los estímulos que se producen en las dos cavidades llenas de endolinfa, el sáculo y el urtículo, el cerebro recibe la información apropiada acerca de la posición en la que se encuentra el cuerpo.
Algunas de las enfermedades que más más habitualmente se relacionan con el vestíbulo son:
● El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB). Las partículas de calcio que se alojan en los canales semicirculares y provocan una disfunción en la regulación del equilibrio, proceden precisamente del vestíbulo, donde cumplen una función en la recogida de información. De hecho, las maniobras con las que trata el VPPB tratan de reconducir esas partículas hacia el vestíbulo.
● Síndrome de Ménière. Habitualmente se atribuye al exceso de líquido en oído interno, por eso las dos funciones principales de esta parte del sistema auditivo se ven afectadas, tanto la audición como el equilibrio. El exceso de líquido produce interferencias en la interpretación de la información espacial que ofrece el sistema vestibular y los conductos semicirculares.
● Laberintitis. El funcionamiento deficiente que provoca en el oído interno esta enfermedad, puede generar también problemas en la regulación de la función del equilibrio.
● Degradación de las células ciliadas. El deterioro de las células ciliadas afecta a todas las funciones del sistema vestibular y puede producirse por el paso del tiempo o por procesos de degeneración.
El yunque es uno de los tres huesos de la cadena conocida como huesecillos que intervienen en la transmisión del sonido. Concretamente es el punto intermedio de este mecanismo de conducción de las vibraciones sonoras ya que se sitúa entre el martillo y el estribo. Conocido como incus, es el único que está en contacto directo con los otros dos componentes de este sistema y también el único que no toca con ninguna membrana. Se encuentra, como toda la cadena, en el interior de la cavidad timpánica, dentro del oído medio.
La función del yunque es transmitir las vibraciones de los impulsos sonoros entre el martillo y el estribo. Su papel se enmarca dentro de la tarea general de la cadena de huesecillos en la transmisión de la información sonora a través del oído medio para conducirla al oído interno. La vibración del tímpano ante las ondas sonoras, se transmite al martillo, de este al yunque y de ahí al estribo que están en contacto con la membrana de ventana oval, esta vibración mueve el fluido de la cóclea para transmitir la información por el oído interno hasta el nervio auditivo que conduce los impulsos al cerebro.
A pesar de que las conexiones entre la cadena de huesecillos son extremadamente precisas y delicadas, las enfermedades que se relacionan con esa estructura son muy concretas:
● Un traumatismo fuerte en la cabeza o en la zona del oído. No es fácil que provoque la fractura de los huesecillos, pero sí que puede generan una dislocación de los contactos entre los tres huesos que dificulte la transmisión de las vibraciones.
● Otosclerosis. Un crecimiento anormal del hueso en el oído medio puede bloquear los movimientos de los huesecillos e inmovilizarlos impidiendo la vibración y, por tanto, la transmisión de los impulsos sonoros.
● Colesteatoma. Es un quiste que se produce en el oído medio. Si llega a un nivel concreto de crecimiento puede ejercer presión sobre la cadena de huesecillos y desplazarlos o incluso provocar alguna fractura.
● Otitis media. Los procesos infecciosos en el oído medio, pueden también provocar una acumulación de pus y secreciones que cause lesiones en la cadena de huesecillos.
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