Seguimos con la migraña vestibular.

Seguimos con la migraña vestibular.

Para diagnosticar si estamos ante una migraña vestibular nos basaremos, sobre todo, en la historia clínica que nos cuenta el paciente, ya que no existe una prueba específica para diagnosticarla. Pero sí que disponemos de unos criterios diagnósticos establecidos por la Sociedad Bárány de Neuro-otología y la Sociedad Internacional de Cefaleas.

Estos criterios incluyen:

- Cinco episodios como mínimo, de síntomas vestibulares de intensidad moderada o severa, que duren entre 5 minutos y 72 horas.
- Paciente con historia actual o previa de migraña con o sin aura. 
- Al menos la mitad de los episodios están asociados con, por lo menos, una característica de migraña (dolor de cabeza de tipo migrañas, fotofobia, fonofobia o aura visual).
- Siempre que los síntomas no se atribuyan a otra enfermedad vestibular o neurológica. Es decir, hemos descartado otros cuadros. Hemos realizado un examen físico y neurológico completo, así como pruebas de audición y equilibrio para descartar otras causas de los síntomas. También podemos solicitar una resonancia magnética (RMN) cerebral para descartar otras afecciones.

En cuanto al tratamiento, tenemos que centrarnos en:

1º Tratar los episodios agudos, para aliviar los síntomas:
- Medicamentos para la migraña: Los triptanes (como sumatriptán, rizatriptán o zolmitriptán) pueden ser útiles, sobre todo para la cefalea.
- Antieméticos, para aliviar las náuseas y los vómitos (como metoclopramida o prometazina).
- Sedantes vestibulares, que pueden ayudar a reducir los síntomas de vértigo y mareo durante un ataque (como antihistamínicos como la suspirida, el dimenhidrinato, o benzodiazepinas como el diazepam, etc.). Hay que usarlos con precaución debido a sus posibles efectos secundarios, como somnolencia.

2º El tratamiento preventivo, encaminado a evitar la aparición o reducir la frecuencia, intensidad y duración de las crisis.
Esto incluye fármacos, como los Betabloqueantes, los antagonistas del calcio, antidepresivos, antiepilépticos, etc. Y también evitar posibles desencadenantes de las crisis, como ciertos alimentos, bebidas, estrés, falta de sueño, cambios hormonales, etc.
En resumen, mantener un estilo de vida saludable: Dormir lo suficiente, hacer ejercicio regularmente, controlar el estrés y llevar una dieta equilibrada.
Y acudir al especialista para un diagnóstico correcto y un seguimiento individualizado.